Sebastián Lacunza es periodista y escritor especializado en medios y en economía. Fue director del diario Buenos Aires Herald hasta su desaparición y hoy trabaja como corresponsal en Argentina de diarios de Estados Unidos.
En diálogo con el segmento Una de Cal, para Carlos Paz Vivo, el periodista analizó cómo se está tratando el tema de la pandemia de coronavirus en los medios argentinos. Asegura que este hecho histórico los toma en una etapa de debilidad en cuanto a sus herramientas y aboga por la intervención del Estado para favorecer la multiplicidad de visiones de los temas.
-¿Cómo estás viendo que se aborda el tema de la pandemia en los medios y las redes?
-Encuentra al periodismo argentino en un momento de debilidad en cuanto a las herramientas con las que cuenta, a la estabilidad de los medios, debilidad en los medios públicos. Eso de alguna manera potencia algunas cosas que ya estaban presentes que tienen que ver con la calidad de la información: la calidad de las fuentes, acceder a voces que realmente tengan algo para decir e informar no siempre están tan a mano en el caso de los medios argentinos. Hay una confusión sobre fuentes que son de pésima calidad y son puestas de relieve y voces que son legitimadas por su conocimiento de los temas, por el lugar que ocupan. Eso, por un lado, expone cierta precariedad. Por otro lado, también es cierto que la práctica periodística se vuelve más individual y la práctica desde la casa está cerrando el ciclo de las redacciones. Hay que ver si hay retorno de esa práctica. Hubo un deterioro de la práctica con el periodismo que se flexibiliza y los medios que entraron en crisis y la moneda de cambio de la crisis fueron malos sueldos a cambio de cierta libertad para que el periodista se las arregle como pueda con múltiples trabajos. Eso se potencia con el trabajo en casa.
Hay como una necesidad de los grandes medios y también de los más pequeños de generar la primicia a partir de la muerte y del conteo de los muertos por Covid, dejando de lado otras cosas, ¿qué reflexión hacés sobre eso?
-Dos cosas: por un lado está la capacidad de interpretar las encuestas. Es muy importante y central en una pandemia como esta saber cómo se expande, mirarse en el espejo de otros países. Sobre eso no rehuso para nada y es una información esencial. Pero hay que saber interpretar esas estadísticas, tomar la cantidad de contagios dice muy poco de los países, porque se sabe que hay sub-registros de contagios por lo cual ponerse a competir ahí es vano y absurdo. Después hay información interesada: en Buenos Aires, por ejemplo, el facto de mayor crecimiento está dado por los barrios más humildes y puntualmente en dos en los que coincide que estuvieron sin agua durante bastante tiempo. Eso tiene una responsabilidad y todo indica que la responsabilidad primaria es del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y hay un partido, que es el de Macri, que hace 13 años gobierna la ciudad. Y no logró llevar agua a 15 cuadras del Obelisco. Es una ciudad que sabemos que tiene estándares de vida muy buenos en comparación con América Latina y Argentina pero que tiene el 10 por ciento de la población que vive en barrios muy humildes o precarios. Y a metros de la Terminal de Retiro hay barrios que no tienen agua. Ese factor político y económico se sortea y no se habla en los medios de la ciudad e intuyo que es por la pauta del Gobierno de Rodríguez Larreta.
-Al hablar de Coronavirus ¿Cómo se hace para no meterse en la paranoia que imponen algunos medios?
Es un momento excepcionalísimo: el mundo habla de este hecho mientras lo padece. Si pensamos en otras instancias globales como un Mundial de Fútbol, en la vida eso puede ser abarcador y se van dando temas colaterales, pero la gente sigue viviendo y trabajando y su vida personal no se ve afectada. En este tema sí, es el tema de cada uno desde que se levanta o se despierta. De ninguna manera intentaría corregir este “toma todo” que hay en los medios, porque no hay que nadar contra la corriente. Si interesa, interesa y punto. Pero hay circunstancias más difíciles y lo vemos en países que están abordando este tema en condiciones mucho peores que la Argentina, como Brasil y España, vemos vocación en el público de voluntad de creer, más que de informarse. Se premia al que dice lo que quiero que diga. Llegamos al extremo de países que cierran los ojos ante miles de muertos. No es que yo crea que Macri tal cosa y Cristina tal otra, acá es una cuestión que tiene que ver con salir a la calle y correr riesgo de muerte, que está ocurriendo. Y mientras más fortalecidos están los medios y son más diversos, nos informamos mejor. Ahora, cómo lograr eso en un momento de una crisis y me parece que el Estado tiene que actuar. Y, en ese sentido, al gobierno de Alberto Fernández lo veo a desgano. Y actuar en el sentido de fortalecer los medios públicos, hasta ahora hay una transición que no termina de concretarse. Y segundo garantizando la sustentabilidad de los medios pero no para subsidiar a los empresarios, a los tradicionales, a los cuatro vivos, si no, el Estado interviniendo y exigiendo determinados estándares de calidad de la relación laboral, que tengan corresponsales, cobrando donde hay que cobrar como en Facebook o en Google, en Telecom, en los que proveen internet. Para que el Estado haga aportes para que haya diversidad de medios. Eso para tratar de procurar mejor calidad en la información.
Hay también una grieta entre quienes dicen que vamos a salir mejores y los que dicen que vamos a salir peores de la pandemia ¿Qué pensás de eso?
-La verdad que no tengo idea y va a depender de cómo termine. Si esto termina en dramas económicos, tiendo a creer que el capitalismo se comporta más como el hundimiento del Titanic, la primera clase busca los botes y no retorna a rescatar a los que se cayeron al agua por miedo a que haya una especie de avalancha que hunda al bote de todos. Estamos viendo en lo que definía como morosidad del gobierno de Alberto Fernández, y la pregunta es si va actuar o no el Estado cobrándole impuestos a las grandes fortunas o por decir algo a los supermercadistas que están ganando más y dentro de un marco de colapso económico, hay ciertos servicios que salen ganando. ¿Va actuar el estado o no? Porque lo escuchamos decir al Presidente que eran miserables los que despedían, que entre los bancos y los jubilados elige a los jubilados. Y el otro día se homologó en el Ministerio de Trabajo una rebaja salarial en empresas alimenticias, que siguieron trabajando. Homologar una rebaja salarial en una empresa de automóviles se puede estudiar. Pero ahora, homologar en una empresa que siguió produciendo, me parece mucho más cuestionable.
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