La dermatitis atópica es una enfermedad inflamatoria y crónica de la piel, caracterizada por brotes frecuentes, picazón intensa, irritación, dolor, enrojecimiento, costras e infecciones[1]. Las lesiones pueden ubicarse en la cara, el cuero cabelludo, las orejas, el dorso de las manos y las zonas de flexión de las extremidades. “Tiene un alto impacto en la calidad de vida ya que atraviesa todos los ámbitos (familiar, laboral, social) de la persona que la presenta. Afecta aproximadamente del 15% al 25% de niños y adolescentes y del 1 al 3% de los adultos” explicó la doctora Débora Kaplan, médica dermatóloga, Presidenta de la Sociedad Argentina de Psoriasis (SOARPSO), MN. 94872.

En la dermatitis atópica intervienen factores genéticos, ambientales, alteraciones inmunológicas y problemas en la función de barrera de la piel. Existen otras enfermedades desencadenadas por el mismo proceso inflamatorio y es muy frecuente que coexista con diferentes afecciones alérgicas. “Al principio puede aparecer como una dermatitis, pero luego, pueden darse otras manifestaciones alérgicas como la alimentaria, la rinitis o el asma. Estas enfermedades asociadas no deben descuidarse ya que, de lo contrario, la calidad de vida del paciente se verá afectada”, afirmó la Dra. Alicia De Falco, especialista en alergia e inmunología y Presidenta de la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC), MP 15122.

Es una enfermedad que requiere de un abordaje multidisciplinario en el que intervengan diferentes profesionales. “Es importante trabajar de manera interdisciplinaria entre el dermatólogo y el alergólogo. De esta manera, se beneficia el paciente ya que se aborda de manera simultánea el cuidado de su piel y de su alergia. También se garantiza una evaluación y un tratamiento especializado,” agregó De Falco.

 El diagnóstico a tiempo es el primer paso para poder cambiar el rumbo de una enfermedad. “Nos permite un tratamiento apropiado e individualizado del paciente, contribuir al alivio de los síntomas en aquellos casos con enfermedad más grave y avanzada, identificar y tratar, de ser necesario, las comorbilidades asociadas y en los casos leves, evitar la progresión del eczema”, aseguró la doctora Maria Eugenia Abad, Presidenta de la Sociedad de Dermatología Pediátrica para Latinoamérica (SDPL), MN 87054.

Dependiendo del perfil del paciente, es una enfermedad que, especialmente en la primera infancia, puede lograr la remisión en un número significativo; en otros casos, puede requerir de un tratamiento crónico y controlado por profesionales especializados. Para los casos con enfermedad moderada o grave, en los últimos años, han aparecido diversas herramientas terapéuticas que permiten mejorar sustancialmente la calidad de vida, controlando la picazón y las lesiones cutáneas de los pacientes que van desde los medicamentos biológicos (inhibidores de las interleuquinas 4 y 13), hasta los tratamientos orales (inhibidores de JAK).

“Actualmente contamos con varias herramientas y opciones de tratamiento aprobadas para esta enfermedad desde medicación oral hasta terapia biológica. Estás alternativas están dirigidas a mejorar las manifestaciones de la piel, a reducir y controlar la picazón y prevenir las exacerbaciones. Esto debe acompañarse de otros recursos como la identificación de factores desencadenantes y agravantes y una adecuada información sobre el cuidado de la piel y las expectativas basadas en el conocimiento de la enfermedad. Y tener en cuenta que el tratamiento debe ser personalizado para cada paciente” detalló Kaplan.

 

Cerca del 90% de los pacientes ve afectada diariamente su calidad de vida[2], la dermatitis atópica impacta en los ámbitos laboral, escolar, social, vincular y económico.

La picazón, principal síntoma de la enfermedad, no es un aspecto menor, las personas a las que la piel les pica en forma crónica e intensa (que sucede en contextos o situaciones imposibles de controlar como la escuela, el trabajo, en el transporte público, en un evento social o al intentar dormir) tienen el triple de posibilidades de desarrollar depresión y el doble de experimentar ansiedad[3]. Cuando los pacientes deben calificar la intensidad de su picazón en un rango del 1 al 10, el promedio general asciende a 7.8.[4] “Las enfermedades de la piel no son cosméticas, son afecciones con un enorme impacto en la vida de las personas, en su salud física y  mental y en su bienestar, tanto personal como en el  de todo su entorno, No podemos olvidar que son afecciones crónicas, no tienen cura, deberán ser tratadas toda la vida, y entonces, se suma, al peso de la enfermedad,  el desgaste permanente, a causa de la burocracia de nuestro sistema de salud,  para  acceder a tratamientos más eficaces y modernos”, concluyó Silvia Fernández Barrio, presidenta de AEPSO.

Según recientes relevamientos, existe una dificultad para acceder al diagnóstico correcto, especialmente en localidades alejadas del área metropolitana. Dependiendo del lugar del país, se identifican provincias donde 6 de cada 10 diagnósticos pueden demorar de 2 a 5 años[5].

Los organizadores coincidieron en la importancia de realizar estas campañas de detección que facilitan el diagnóstico en todo el país, donde muchas de las personas que aún deambulan de médico en médico pueden alcanzar un diagnóstico y un tratamiento correcto que les permita un mayor control de la enfermedad.

 

Campaña gratuita de detección

Organizada por la Asociación Civil para el Enfermo de Psoriasis (AEPSO), la Sociedad Argentina de Psoriasis (SOARPSO), la Asociación Argentina de Alergia e Inmunología Clínica (AAAeIC) y la Sociedad de Dermatología Pediátrica para Latinoamérica (SDPL), se llevará adelante la cuarta campaña nacional de detección gratuita de dermatitis atópica, con el objetivo de promover el diagnóstico temprano y mejorar la calidad de vida de las personas que deben atravesar esta enfermedad.

 

Ya se encuentra abierta la asignación de turnos a través de www.aepso.org  o llamando al 0800 222 3776, de lunes a viernes, de 9 a 14 hs. La atención efectiva se realizará del 3 al 7 de junio.