Ariel Borrazas y Cecilia Asim son dos viajeros oriundos de Lanús, Buenos Aires, que recorren todo el país, con la idea de recorrer Latinoamérica y llegar hasta México. No lo hacen solo por un tiempo, sino que eligieron este modo de vida nómade, como una forma de ser, y de transitar el mundo, luego de comprobar que la vida tradicional, con trabajos estables, sosteniendo casas o alquileres y una rutina, no los hacía felices.
Ellos aseguran que estaban muy inmersos en el sistema, “cumpliendo todo a rajatabla”. No fue suficiente, necesitaban otra cosa para sentirse bien. Hoy invierten su tiempo en viajar y llevar el arte de Cecilia a distintos lugares de la Argentina, junto al proyecto educativo de un planetario móvil.
Pero lo particular de esta pareja viajera, -que actualmente se encuentran en Villa Carlos Paz por unos días-, es que no tomaron la decisión de “vivir viajando” en forma conjunta, sino cada uno por su lado, antes de reencontrarse.
Es que Ariel y Cecilia fueron novios en la adolescencia, cuando ella tenía 17 y él 23 años, pero dejaron de verse, incluso perdieron todo tipo de contacto. Luego de 21 años, en plena pandemia, Cecilia, quien estaba cansada de llevar adelante su escuela de arte en Buenos Aires, con más de 150 alumnos y 30 profesores a cargo, se contactó con Ariel porque vio fotos de sus viajes en su Instagram. Quedaron en verse, se juntaron y desde allí, hace un año que no se separan.
La decisión de viajar juntos
“Desde que nos vimos, decidimos emprender este camino juntos, esta vida itinerante, despojándonos un poco del sistema, y así somos más felices. Soy artista plástica, tuve durante 12 años una escuela de arte. Prácticamente vivía para trabajar, no estaba contenta. Mi hijo de 19 años, que ya se sustenta solo me dijo: ‘Mamá, ¿por qué no vas a cumplir el sueño de viajar por el mundo? Ya hiciste todo por mí, voy a estar bien’”, relató Cecilia en conversación con Carlos Paz Vivo!
Ariel y Cecilia se conocían desde pequeños, dado que sus familias eran amigas. Se llevaban muy bien cuando eran más jóvenes, salieron juntos en algunas oportunidades, pero luego la vida los separó hasta el año pasado, momento en que los volvió a unir.
En el caso de Ariel, era chofer de transporte de caudales, no tiene hijos y decidió cambiar rotundamente de vida porque se hizo a sí mismo algunas preguntas existenciales que no pudo contestar como le hubiese gustado. Entonces dejó el trabajo, con sus ahorros se compró una camioneta y comenzó a viajar a fines del 2018, primero solo, a Brasil (viajó 5 meses) hasta que comenzó la pandemia. Luego, cuando lo contactó Cecilia y se volvió a enamorar de ella, continuó a su lado para cumplir con su búsqueda vital, pero esta vez en buena compañía.
Viajando con arte y un planetario móvil
“A los 40 años me pregunté qué pasaba con mi vida. En la vida, con suerte tenemos la posibilidad de pasar 80 cumpleaños y yo había pasado más de 40 sin cumplir mis sueños, mis deseos más profundos. Trabajaba hasta 13 horas por día, tuve pareja pero me separé, no tuve hijos y nunca quise apegarme a las cosas materiales. Entonces decidí comprarme el vehículo y empezar a viajar”, contó Ariel.
Y continuó: “En principios estudié masoterapia y me compré la camilla para ir haciendo masajes en el camino, principalmente los lugares de playa eran mis destinos elegidos. Pero, al final, me sostuve bien vendiendo sahumerios. Luego, cuando retomamos con Ceci el viaje, pusimos en funcionamiento lo que ella hizo toda su vida, pero ahora de forma itinerante: Conectar espacio de arte. Ella pinta y sus cuadros se venden en diferentes sitios a los que vamos”.
El arte, una pasión
Como el arte es su pasión, ahora que tiene mucho más tiempo disponible, Cecilia pinta un cuadro en cada lugar que va y muchas veces los vende como forma de sustento económico, además de ayudarse por el momento, con los ahorros de toda su vida.
La artista relató una anécdota respecto a uno de los cuadros de su autoría, que pudo vender en el camino. “En Fiambalá, Catamarca, una chica se vio parecida a la mujer de un cuadro que pinté y me lo compró. Se identificó tanto con mi pintura que fue mágico, inolvidable la experiencia. Hasta el día de hoy nos sigue por redes sociales”, contó Cecilia.
Después detalló sobre su situación laboral actual: “La escuela de arte que tenía en Buenos Aires la voy cerrando de a poco, con las últimas clases online que me quedan. Voy vendiendo los cuadros que pinto como conté, pero ahora además tenemos con Ariel un proyecto educativo astronómico, un domo de 6 metros en el que proyectamos videos sobre astronomía, biología, etc. y de distintas temáticas, dirigido a chicos de escuela primaria y para toda la familia”,
Según la mujer, cuando recomience el ciclo lectivo, con el planetario móvil que compraron recientemente, ofrecerán la actividad artístico-educativa que idearon junto a Ariel, en diferentes instituciones educativas del país.
Leer, disfrutar y conectarse con la gente
¿Qué les brinda este modo de vida? Los viajeros contaron que el tiempo es más lento, que disfrutan de cada cosa que hacen, tomaron conciencia de la importancia de cuidar a la naturaleza, de alimentarse bien. Se conectan con las personas desde un lugar más profundo, y leen mucho.
“Antes no teníamos tiempo para leer y ahora sí. Revisamos nuestros prejuicios con las personas y cuidamos cada lugar natural donde paramos como si fuese el patio de nuestra casa”, manifestaron Cecilia y Ariel.
Ariel aprovecha también para hacer trekking, una de las actividades que más le gusta hacer al aire libre. Sin embargo, sostiene que lo más interesante de vivir así, es “el tipo de contacto que se logra con la gente”.
No todo es color de rosa
Consultados por las dificultades que se presentan en el camino, ya sean económicas, emocionales o de distinto tipo, Ariel admitió: “Dificultades habrá siempre, como en la forma de vida tradicional. Yo probé viajar ganando dinero día a día y con eso vivir, pero no me gustó, por eso ahora con Cecilia tenemos estos proyectos de sustento que son más sólidos y nos permiten vivir de forma más segura desde lo económico”.
En relación a lo emocional, los afectos y el estar separados de parte de la familia, Cecilia comentó: “Lo más difícil era separarme de mi hijo, pero él nos viene a ver, lo vemos seguido y la comunicación con la familia y amigos es constante de manera virtual y con las formas de comunicarse que existen hoy”.
Además, destacó: “ Disfruto más dentro de esta camioneta o a partir de la vida que tengo ahora, que durante 20 años dirigiendo mi escuela de arte, y eso que amo el arte, es mi cable a tierra”.
Por último, los viajeros, –que este 26 de diciembre cumplen un año de reencuentro como pareja-, expresaron que no le dan tanta importancia a las redes sociales para ir contando cómo viven, dado que va en contra de su ideología o su nueva forma de vivir. “Tenemos Instagram, subimos posteos, pero no vivimos de eso. Respetamos a quienes lo hacen, pero en nuestro caso no sería coherente con nuestros pensamientos ¡vivir posteando’. Hoy tenemos claro eso, vivimos el día a día, no sabemos qué haremos mañana, y por ahora, disfrutamos viviendo así”.