Se las conoce como ardillas de vientre colorado (Callosciurus erythraeus) y fueron introducidas en Argentina en 1970. Llegaron primero a Luján, provincia de Buenos Aires, y allá por 2000, en La Cumbrecita se les ocurrió la idea de que podrían convertirse en un nuevo atractivo turístico y promulgaron una ordenanza para traerlas.
Este año, el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sustentable de la Nación determinó que se trata de una especie invasora y alertó sobre “la amenaza a la conservación de la diversidad biológica”.
El biólogo Agustín Zarco, egresado de la Universidad Nacional de Córdoba, estudió la invasión en La Cumbrecita y desarrolló su tesis en torno a este tema.
“Los riesgos de una invasión dependen de la especie. No es lo mismo lo que ocurre con los castores en la Patagonia, con la rosa mosqueta o la zarzamora en Córdoba y lo que sucede con la ardilla”, remarcó el especialista en diálogo con UNCiencia.
“Particularmente esta especie preda los huevos de aves, y eso representa un peligro potencial para las aves nativas. Además construye sus nidos encima de los árboles como esferas vegetales y los reviste internamente con corteza de árboles. Al descortezarlos, los árboles mueren de pie y allí tenemos un problema ambiental importante”, apuntó y dijo: “En La Cumbrecita, encontramos que descortezaban los tabaquillos, una especie nativa que en Córdoba ha disminuido muchísimo. Estamos teniendo una pérdida de biodiversidad importante”.
– ¿Tiene importancia la edad del árbol? ¿O prefieren los más jóvenes para descortezar?
– No, de hecho en La Cumbrecita hay árboles muy grandes que han muerto, justamente, por descortezamiento. No es un problema de la edad, porque si bien no descortezan a veces el tronco principal, lo hacen con las ramas, y terminan matándolo igual. Cuando descortezan van sacando tiritas, hacen un bollito y lo ponen dentro del nido, armando una especie de cama con esa fibra de corteza, donde duermen y se reproducen. Y lo hacen con árboles añejos, pero también con ejemplares jóvenes, que son más blandos y es más fácil sacarles la corteza.
– La Cumbrecita tiene muchos pinos y árboles que no son autóctonos, ¿también hay bosque nativo?
– Exactamente, a pesar de que en La Cumbrecita hay poco bosque nativo, lo poco que existe está siendo atacado por las ardillas. La Cumbrecita es como un trozo de Selva Negra implantada en las sierras: tiene árboles exóticos europeos (y algunos norteamericanos), como coníferas, robles y abedules. Aun así, le da lugar a especies nativas como los tabaquillos que atraen a distintas aves. Allí hay una población muy linda de Rey del Bosque, un pájaro que en Córdoba ha sufrido mucho la cacería para mascotas. Y probablemente la ardilla está predando sus huevos y perjudicando a esta especie.
– Además del Rey del Bosque, ¿hay alguna otra especie de ave que esté amenazada?
– Cuando estudié la dieta de las ardillas en La Cumbrecita encontré que comían huevos. Si bien en base a los restos no puedo definir a qué especies pertenecían, sí puedo afirmar que las ardillas comen huevos ya que encontramos restos de huevos en las heces de las ardillas. Desconozco cuáles son las especies atacadas. Es muy probable que estén afectando a varias, pero no sabemos a cuáles.
– ¿Puede esta especie transmitir enfermedades a los humanos?
– Sí, la leptospirosis. Es producida por una bacteria zoonótica, que se transmite de animales a humanos por la orina, y es muy común en muchas especies de roedores, no solamente en la ardilla. La enfermedad puede ser mortal para los humanos si no se realiza el tratamiento. De los estudios parasitológicos realizados, es la patología más grave que se ha encontrado en ardillas. Por eso se ruega a la población que no manipule ningún animal silvestre, y menos ardillas o roedores en general.
-El ministerio de Ambiente habla de “invasión” de ardillas de panza colorada, ¿se puede hablar de una invasión aun cuando los focos están tan identificados?
– Una invasión, desde el punto de vista ecológico, ocurre cuando una especie exótica –es decir, que proviene de otro lugar, que no es nativa– se establece, empieza a crecer y a dispersarse. Ahí hablamos de una invasión. No importa que esté relativamente focalizada. En el caso de Córdoba, tranquilamente las ardillas se pueden estar dispersando a los bosques aledaños que están todos conectados.
– ¿Cómo puede extenderse a zonas aledañas?
– Una de las formas más fáciles de dispersión es que, como son muy simpáticas, diurnas y muy bonitas, las personas las capturan y las liberan en otros lugares. Por eso los focos de invasión que inicialmente eran aislados en zonas urbanizadas. Pero muchos (aunque no todos) crecieron invadiendo una superficie considerable.
De dónde viene
“Proviene de Asia, del sur de China. Es arborícola, diurna y puede comer lo que sea, por eso se adaptó tan bien a estos ambientes. Tolera muy bien el frío, pero también se adapta al calor y por eso se extendió en Santa Fe y Buenos Aires. En los años ’70 solo tres ejemplares fueron liberados en Jáuregui, Luján, provincia de Buenos Aires. La población creció y hoy son millones de ejemplares”, explica Zarco.
Según explica el biólogo, tienen dos camadas de crías al año y no tiene problemas de endogamia, como ocurre con otras especies donde el parentesco hace que empiece a decaer la población.
“Es una rata arborícola simpática y muy atractiva, pero muy complicada para nuestros ambientes porque aquí prácticamente carece de predadores. Por eso la gran mayoría de las crías llegan a adultas y se siguen reproduciendo. Esa es una de las tantas razones que hace que sea tan eficiente para invadir nuevos lugares”, agrega.