Macarena Sanchez y Camila Gallea son dos jugadoras de fútbol que buscan el profesionalismo. Si se las googlea, seguramente aparecerá la descripción de “profesionales” en sus biografías, sin embargo, la situación no es tal. Sanchez es santafecina, Gallea cordobesa, y ambas luchas por un fútbol femenino profesional. Verdaderamente profesional.
Hace unos días, Macarena fue noticia luego que recibiera amenazas de muerte en sus redes sociales, dado a que anterior a esto presentó una intimación extrajudicial a la UAI Urquiza para exigirles que se “regularice la relación laboral”, y a la AFA que se “reconozca la relación laboral profesional entre la entidad deportiva y la jugadora”. Esto es a raíz de que el fútbol femenino es amateur, por lo que las jugadoras no firman contratos con sus clubes sino fichas de inscripción.
En el caso de Gallea, la situación es diferente, pero no tanto. Luego de iniciarse en Racing de Córdoba, Camila viajó a tratar de cumplir su sueño a Buenos Aires, pero todo pareció frustrarse desde el comienzo, ya que en Boca no tuvo oportunidad de debutar. Casi con un pie de vuelta en Córdoba, la llamaron desde River y su carrera empezó a crecer, tanto así que en dos años y medio fue convocada a la Selección Sub 20 femenina.
En un diálogo exclusivo con Carlos Paz Vivo, Gallea cuenta que “en River fue empezar a cumplir mi sueño. Tuve la oportunidad de demostrar mi potencial y eso me valió para ser contratada por Junior de Barranquilla para disputar la Liga Colombiana de Fútbol Femenino“. Esta liga, sólo duró seis meses pero sentó las bases de un verdadero fútbol femenino profesional. “Viajábamos en avión, no nos faltaba indumentaria ni gente dedicada a cuidarnos como verdaderas profesionales, lo mismo que pasa con los hombres”.
Hoy, la Liga Femenina profesional colombiana no comenzó por razones económicas, a pesar de tener a las de 35 mil personas en la final del año pasado. La “prueba” en el país cafetero sirvió para demostrar que no es imposible implementarla en nuestro país, como si lo hizo el basquet, por ejemplo, a pesar de sus falencias diarias que tratan de mejorar día a día.
Mucha publicidad de los equipos femeninos podemos ver en los espacios publicitarios de los partidos de la Superliga, mostrando algo que, en propias palabras de las jugadores, no es real. O al menos, no de la manera en que lo cuentan.
Argentina necesita ponerse a la altura de Brasil; en cuanto a organización e infraestructura, porque el potencial deportivo existe, y en demasía, como pasa con los hombres. Sólo falta la decisión política y dirigencial de AFA para que eso funcione. Sin ir mas lejos, el fútbol femenino de nuestra ciudad no crece, porque tampoco lo hacen las acciones a nivel nacional.
“Lo que se busca es la difusión del fútbol femenino, pero principalmente el respeto a las jugadoras. Una beca no sirve, no alcanza. Si realmente quieren calidad y resultados, necesitamos que los clubes nos den lo que hace falta para vivir del fútbol”, remarcó Gallea y agregó: “Hay chicas que cobran entre mil y cuatro mil pesos por mes y tienen que salir a trabajar en otro lado para vivir. Peor aún es la situación de las chicas que tienen que pagar una cuota para jugar”.
Si las actitudes de quienes tienen que tomar las decisiones no cambian, es dar un paso hacia adelante y dos para atrás. España, por ejemplo, apostó al fútbol femenino y le dio muchos resultados, pese a ser, algunos clubes, amateurs. El salario mínimo de una jugadora que juegue en Europa es de mil euros, sin embargo es difícil llegar al Viejo Continente por motivos de ciudadanía.
Es momento de exigir un Fútbol Argentino Femenino Profesional, aprovechar los tiempos que corren, en favor de las mujeres, para que el sueño de muchas, se haga realidad.