Por Darío Spadafore. Casi desde que llegó la pandemia a la Argentina, desde abril de 2020, es obligatorio el uso del tapabocas fuera del domicilio. También se implementaron en muchos casos, guantes de látex y alcohol en gel para prevenir el coronavirus.
Pero estos nuevos hábitos comenzaron a originar otro inconveniente: el de la contaminación. Es un problema que está presente en todo el mundo y Carlos Paz no es ajena a ello: Así sean mascarillas quirúrgicas o de tela, rotas o intactas, están tirados en la calle. Tardan más de 450 años en desintegrarse y no se pueden reciclar.
Si bien siempre se pudieron observar en las aceras papeles de caramelos, colillas de cigarrillo, botellas, excremento de perros y otros tantos desechos, los barbijos se suman a este paisaje de contaminación ambiental. Algunos son tirados adrede, otros se pierden o se olvidan, pero a donde se mire, están, en la tierra o en el asfalto.
Muchos problemas se desprenden de esto, desde la posibilidad (ínfima pero existente) de contagiarse el coronavirus al entrar en contacto con un barbijo ajeno, de que se tapen las alcantarillas, o hasta el peligro de que estos residuos patológicos terminen en los ríos o se mantengan en la tierra contaminando el medioambiente a nivel global. Ambientalistas advierten además que peces y pájaros pueden confundirlos con comida y morir.
Es responsabilidad de todas las personas cuidar el medioambiente y arrojar los residuos, cualquiera que sean, en un tacho de basura y no en la vía pública.