El 13 de marzo de 2013 fue una jornada histórica para la Iglesia católica: el cardenal Jorge Mario Bergoglio, jesuita y cabeza de la Iglesia argentina, fue electo Sumo Pontífice durante el cónclave, convirtiéndose en el primer Papa latinoamericano.

Su elección sorprendió al mundo entero y marcó el inicio de una nueva etapa para la Iglesia. Adoptó el nombre de Francisco, en honor a San Francisco de Asís, símbolo de humildad, paz y compromiso con los más pobres.

Orígenes humildes y vocación temprana

Nacido el 17 de diciembre de 1936 en el barrio de Flores, Buenos Aires, en una familia de clase media baja, Jorge Bergoglio creció en un entorno modesto, influenciado fuertemente por su abuela y por las monjas del Jardín de Infantes del Instituto Nuestra Señora de la Misericordia, donde hizo su primera comunión. Desde joven mostró una profunda devoción religiosa.

Estudió en instituciones públicas y egresó de la E.N.E.T. N°27 “Hipólito Yrigoyen” como técnico químico. Sin embargo, a los 17 años, decidió seguir su vocación sacerdotal e ingresó al seminario diocesano de Villa Devoto. Más tarde, se unió a la Compañía de Jesús, ordenándose sacerdote en 1969, a los 32 años.

Su vida

Bergoglio fue elegido provincial de los jesuitas en Argentina en 1973, un cargo de gran responsabilidad que lo consolidó como figura clave dentro de la orden. Más adelante, en 1986, fue nombrado Director Espiritual y Confesor de la Compañía. Su vínculo cercano con Monseñor Antonio Quarracino, Arzobispo de Buenos Aires, lo llevó a ser designado Obispo auxiliar de Buenos Aires en 1992. En 1998, tras la muerte de Quarracino, asumió como Arzobispo de Buenos Aires.

En 2001, el Papa Juan Pablo II lo creó cardenal, fortaleciendo su presencia en el Vaticano. Durante los años siguientes, jugó un rol importante en la Conferencia Episcopal Argentina y en el CELAM, donde presidió la Comisión Redactora del documento final de la V Conferencia de Aparecida (Brasil, 2007).

El cónclave de 2013 y su elección

Tras la renuncia de Benedicto XVI en febrero de 2013, se convocó un cónclave que culminó con la elección de Bergoglio en la quinta votación, el 13 de marzo. Su aparición en el balcón de la Basílica de San Pedro fue un momento inolvidable: con voz serena y gesto humilde, pidió a los fieles que rezaran por él y por su antecesor.

Desde entonces, el Papa Francisco ha marcado su pontificado con un enfoque claro en la humildad, la misericordia, la paz y la justicia social. Su estilo sencillo, sus gestos simbólicos y su llamado a una Iglesia “pobre para los pobres” lo han convertido en una de las figuras más influyentes del siglo XXI