¿Cómo piensan nuestros jóvenes? ¿Cómo perciben la política? ¿Con qué valores se identifican?
Pensar la relación entre política y juventudes implica también pensar nuestras estructuras partidarias y los nuevos modos de relacionarnos, cada vez más mediados, pero con la impronta de la inmediatez o el acceso directo.
El interrogante que surge es ¿Son nuestras instituciones espacios permeables a sus demandas?
¿Se sienten escuchados? ¿Los hacemos parte? ¿Creen que pueden ocupar cargos de toma de decisiones?
Los jóvenes de hoy plantean una agenda política, fundamentalmente dinámica.
Causas como la igualdad de género, el respeto por la diversidad, la inclusión social, mejores condiciones de acceso a la conectividad y a las nuevas tecnologías y la protección del medio ambiente encabezan la lista de la agenda, que ya no es sólo local sino universal.
A su vez, desde esta generación se nos demanda a los funcionarios públicos posiciones claras ante estas problemáticas y una respuesta concreta sobre cómo las vamos a enfrentar.
Hoy, la llamada generación Z, entiende que la salida a las problemáticas actuales no es individual, sino colectiva.
Cuestión que se puso de manifiesto durante la Pandemia.
Es posible una política de consensos que busque construir soluciones en conjunto con la ciudadanía y que proponga diferentes alternativas antes los distintos desafíos que debemos afrontar.
Las juventudes y la política
Estamos ante una política de la empatía y de la solidaridad. Nuestros jóvenes no se muestran apáticos o escépticos hacia la política sino más bien optimistas.
Es necesario una reconfiguración del espacio político en donde las juventudes se sientan parte y por, sobre todo, escuchadas.
Ellos se animan a debatir, a compartir sus inquietudes, a manifestar reclamos y principalmente y lo más importante, a participar.
Ahora bien ¿Dónde sucede todo esto? En las plataformas que ofrecen las redes sociales.
Uno de los desafíos más relevantes que tenemos desde el sector público es lograr que estos debates puedan traspasar la pantalla y darse en espacios físicos.
Generar encuentros entre la ciudadanía y el sector público permite co-construir nuestras ciudades y nuestras políticas públicas, es hacer partícipes a los verdaderos beneficiarios de las mismas.
La generación Z forma parte del 22% del padrón electoral (2019), es decir más de 6 millones de argentinos, lo que significa un porcentaje alto de votantes y de ciudadanos que ponen de manifiesto su voluntad ante las urnas.
Construir ciudadanía es también que los jóvenes se sientan parte, que sepan que sus decisiones importan y que la política es una herramienta de transformación profunda que se encuentra a su servicio.
Es indudable que la política tradicional debe reconfigurarse para dar lugar a las nuevas demandas, en particular, las de las juventudes.
Debemos romper esa brecha generacional que nos separa para abrazar la nueva visión que trae consigo esta generación, nuevas formas de entender el mundo y la política y, por lo tanto, nuevas formas de hacer política.
Un hacer, quizás… más innovador, activista, social y comunitario.
Marcos Bovo. Docente UNVM, secretario de Comunicaciones de la Provincia de Córdoba.