El San Roque sufre cada día una bajante de entre 3 y 4 centímetros y, sin la ayuda de grandes precipitaciones en la cuenca, mas allá de las fuertes tormentas que no produjeron grandes precipitaciones, afronta un nivel de los más bajos que se observaron en los últimos 8 años.
Las tormentas que llegaron en la primavera, apenas aportaron unos pocos mm de precipitaciones, no llegando a generar grandes crecidas en los afluentes del San Roque.
Con esta sequía, el lago no ha parado de bajar para ubicarse en 30,98 metros en el último día de noviembre.
Si se compara el nivel del lago el 30 de noviembre de cada año desde 2010 a esta parte, es el 3er peor nivel en la escala, con gran diferencia con respecto a los años en que si abundaron las lluvias.