Estuvo atrapado dentro de la ballena y pudo salir en forma milagrosa.
Según informa Clarín, la historia de este pescador de langostas solo ocurre en las peores pesadillas o libros de fantasía. De 56 años, Michel Packard tiene el raro privilegio de ser tragado o engullido por una ballena jorobada y vive para contarlo.
La historia, que ocurrió en 2021, volvió a viralizarse en los últimos días, de acuerdo con lo destacado por el medio Clarín.
El “accidente” ocurrió cuando el hombre estaba buceando a 14 metros de profundidad en las costas de Massachusetts.
Relata que sintió un golpe y luego todo se oscureció. Cuenta que inicialmente pensó que lo había atacado un tiburón, pero después pensó en una ballena.
“Entonces, de repente, subió a la superficie (…) y comenzó a sacudir la cabeza”. “Me lanzó al aire y caí al agua. Estaba libre y me quedé flotando allí. No podía creerlo… estoy aquí vivo para contarlo”, destacó en su informe la cadena británica BBC.
“Lo único en lo que podía pensar era en mis hijos, mi esposa, mi madre y yo pensábamos que todo había terminado”, relata Packard.
Packard calcula que estuvo atrapado dentro del mamífero durante aproximadamente 30 a 40 segundos. Dice que en ese momento llevaba puesto el equipo de buceo y que respiraba dentro de la ballena jorobada.
El buzo fue sacado del agua por un compañero de tripulación, llevado rápidamente a tierra y trasladado a un hospital cercano. Únicamente tuvo rasguños, pero estaba entero; sin ningún hueso roto. Apenas un esguince de rodilla.
Las ballenas jorobadas pueden llegar a medir hasta 15 metros de largo y pesar unas 36 toneladas. Según el Fondo Mundial para la Naturaleza, su población mundial es de unos 60.000 ejemplares.
Las interacciones entre las ballenas jorobadas y las personas son extrañas, por lo que la ballena probablemente engulló al buzo por accidente cuando abría la boca para alimentarse de peces pequeños.
Las ballenas jorobadas tienden a alimentarse abriendo bien la boca para comer la mayor cantidad posible de presas, como peces o krill, lo que llevó a los científicos marinos a especular que lo que le ocurrió a Packard fue, con toda probabilidad, puramente accidental.