La hipótesis más justificada es que la estrella de Belén es el resultado de una conjunción de planetas en el cielo que coincidió con el nacimiento de Jesús. Su aparición no volverá a repetirse hasta el 15 de marzo de 2080.

Según informa TN, la estrella de Belén, citada en el Evangelio de Mateo, se presenta como un resplandeciente fenómeno celestial que guio a los Reyes Magos hasta el lugar del nacimiento de Jesús.

Este atrapante relato despertó la curiosidad y el debate durante siglos, llevando a teólogos y astrónomos a cuestionarse e investigar su naturaleza: ¿fue un cometa, una supernova, una excepcional conjunción de planetas o simplemente un recurso simbólico sin fundamento astronómico?

Una de las hipótesis más extendidas es que la estrella de Belén pudo ser en realidad el resultado de una conjunción de planetas en el cielo que coincidió con el nacimiento de Jesús. Esto es, un fenómeno en el que dos o más planetas se alinean en el cielo, generando una brillante ilusión de una única estrella.

Un fenómeno similar al descrito como la estrella de Belén fue visible por última vez en diciembre de 2020. En dicha ocasión, Júpiter y Saturno protagonizaron una “gran conjunción”, un evento en el que ambos planetas se alinearon tan estrechamente en el cielo que parecieron formar un único punto luminoso, captando la atención de millones de personas y acaparando titulares en medios de comunicación de todo el mundo.

Este evento astronómico, bautizado en los medios como la “estrella de Belén” por su espectacularidad, fue relacionado como un acontecimiento “único” en los últimos 800 años.

Patrick Hartigan, astrónomo de la Universidad Rice (Houston, Texas), explicó a la revista Forbes, “tendría que retroceder hasta justo antes del amanecer del 4 de marzo de 1226 para encontrar una alineación más cercana entre estos objetos visibles en el cielo nocturno”.

La conjunción alcanzó su punto álgido la noche del 21 de diciembre de 2020, cuando ambos planetas estuvieron separados por menos del diámetro aparente de una Luna llena.

Aunque las conjunciones entre Júpiter y Saturno se producen aproximadamente cada 20 años, la resonancia orbital de estos gigantes del sistema solar rara vez da lugar a una alineación tan estrecha y visible desde la Tierra. Según Forbes, este tipo de “gran conjunción” tan cercana no volverá a repetirse hasta el 15 de marzo de 2080.

Teorías sobre la estrella de Belén

De acuerdo con lo detallado por el mencionado medio, a lo largo de los años, la estrella de Belén fue objeto de dispares interpretaciones científicas y teológicas. Algunos investigadores han planteado que podría haber sido un cometa, como el cometa Halley, que apareció en el año 12 a.C.

Sin embargo, esta teoría es cuestionada por expertos como el astrónomo de la Universidad St. Andrews Aleks Scholz, quien destacó que los cometas solían interpretarse como presagios negativos, mientras que la estrella de Belén simbolizaba un evento positivo y trascendental.

Otra posibilidad es que se tratara de una supernova, una explosión estelar que produce un brillo excepcional. Aunque esta idea fue propuesta inicialmente por el astrónomo Johannes Kepler, no se han encontrado registros históricos que confirmen una supernova en el período en el que se ubica el nacimiento de Jesús.

La teoría más aceptada por la comunidad científica es que la estrella de Belén fuera una serie de conjunciones planetarias excepcionales que ocurrieron entre el año 7 y el 2 a.C., incluyendo encuentros entre Júpiter, Saturno, Venus y otros planetas.

Estas alineaciones podrían haber sido interpretadas como eventos celestiales significativos en aquel tiempo, cuando la astronomía y la astrología estaban profundamente conectadas.

Los astrónomos estiman que una conjunción tan cercana entre Júpiter y Saturno no volverá a ocurrir hasta el año 2080. Será el 15 de marzo de ese año cuando ambos planetas se alineen, de forma que recuerde al fenómeno observado en 2020.

No obstante, este lunes 23 y martes 24, contaremos con la oportunidad de disfrutar de un espectáculo tipo “estrella de Belén”. Según revela un reciente artículo de la revista Forbes, “Venus brillará intensamente en el cielo occidental tras el atardecer, mientras que Júpiter y Marte alcanzarán su máxima luminosidad en el horizonte nocturno”.

 

 

 

 

 

 

Fuente y foto: Clarín