Lupe Martínez llegó a San Esteban hace más de una década después de un viaje por toda Latinoamérica. Cuando vio el monte y el entorno natural de este paraje de las sierras cordobesas no lo dudó.
El viernes pasado presintió que lo peor iba a pasar. Y pasó. Las llamas alcanzaron la casa que había construido con el esfuerzo de años de trabajo y apenas pudo sacar algunas cosas de ella y de sus dos hijas.
Lupe señaló que el mismo viernes, cuando veía que las llamas estaban cercando al pueblo, comenzó a guardar cosas en el auto. Su hija más chica llenó una mochila con sus peluches, sus objetos más preciados.
“Un vecino pasó por casa y me dijo que era una exagerada”, aseguró la docente en una entrevista que dio a Clarín.