La ficción nos suele interpelar, porque a través de ella vivimos nuestras vidas por segunda vez. Nos contamos, mediante diferentes dispositivos (libros, series, películas, etc) una y otra vez, situaciones que hemos vivido o que otros han tenido, y esas experiencias permiten nuestra identificación con aquello que nos narran, y sus protagonistas. Porque de algún modo, ya hemos sido atravesados por esas experiencias, por el deseo o el temor a transitarlas. Entonces, cuando retorna el reflejo, revivimos momentos, anhelos y miedos, con otros matices, desde la narración de los acontecimientos.
Sea mediante el formato que sea, la ficción, las historias que nos cuentan realidades o nos relatan mundos posibles, nos llaman la atención y difícilmente podemos ser indiferentes a estas.
Es una de las primeras razones por las cuales se habla tanto de El Reino, thriller dramático creado por Claudia Piñeiro (La viuda de los jueves, Elena sabe, Catedrales) y Marcelo Piñeyro (La viuda de los jueves 2009, Kamchatka 2002, El Método 2005), recientemente estrenado (13 de agosto) en formato de serie, en Netflix.
El Reino muestra en su trama, un abordaje sobre el impacto que generó en tantos habitantes del mundo, el ascenso de la derecha y los fundamentalismos al poder, en gobiernos democráticos de Latinoamérica y otras partes del mundo. Cualquier similitud con la realidad, no es mera coincidencia. Se expresa allí, cierta preocupación sobre el tema, que se refleja en lo discursivo del relato.
Quizás el guión, cuya estructura narrativa es efectiva y se pone al servicio de la historia colmada de disparadores y enigmas, peca de abarcar muchos temas álgidos en un mismo universo ficcional, más allá de que la historia sea coral. Algunos de estos temas son la ambición desmedida por el poder, la corrupción en la Justicia, en la política, en la religión, el engaño o estafa en comunidades concretas a partir de líderes carismáticos-religiosos; la homofobia, la educación conservadora y moralizante, el misticismo, las posturas anti aborto, ña conspiración internacional, la pedofilia… y solo estamos en la primera temporada. Sumado a todo esto, El Reino también tiene un componente mágico-religioso, que se encuentra dosificado, para no generar rechazo en el espectador, que lo va descubriendo de a poco.
Respecto a cómo se construye uno de los personajes centrales del El Reino, el pastor Emilio encarnado por Diego Peretti, su familia y la imagen de la Iglesia del Reino de la Luz, que nos remite a la cuestionada Iglesia Universal del Reino de Dios y que- según el discurso social predominante, guarda similitudes con otras iglesias evangélicas-, se trata justamente de una visión sobre una familia particular, a través de la ficción, – no de todas las familias-, inmersa en ese hipotético mundo, que tiene grandes similitudes con el real.
La manera en que esta u otras ficciones aborden la representación de las iglesias, cultos o credos,– sea “estigmatizante” o no-, puede ser materia, tal vez, de una investigación social que haga foco en series o películas, pero nunca puede ser objeto de censura por parte de ningún grupo o comunidad, aunque haya quienes sientan o piensan que la serie y lo que se dice en ella, pueda atentar contra la imagen de su congregación, colectivo, grupo, etc. Recordemos el comunicado emitido recientemente por las iglesias evangélicas tras el estreno de El Reino. Ya hemos pasado, en Argentina, la lúgubre época de quema de libros y prohibición de ideas y obras de distinto tipo. No queremos regresar a esos tiempos, ni a acciones que se parezcan un poco, a esas prácticas aciagas.
Demasiadas expectativas
Por otro lado, podría decirse que en la producción argentina, dirigida por el mismo Piñeyro y Miguel Cohan, se depositaron demasiadas expectativas. Era de esperar… el producto audiovisual del gigante de streaming cuenta con un elenco de lujo, realmente notable, con actores y actrices de la talla de Mercedes Morán, Chino Darín, Diego Peretti, Peter Lanzani, Joaquín Furriel, Nancy Dupláa, Sofía Gala, Vera Spinetta, Daniel Fanego, Alejandro Awada, entre otros.
¿Qué es lo que pueden hacer todos esos artistas juntos, y además con semejante escritora a cargo del guión y tan interesante director? -Maravillas; era la respuesta que aparecía en la mayoría de las cabezas, más allá de la gran campaña de prensa que por supuesto es necesaria y en la que mayoría los medios, tanto los del mainstream como hasta los más pequeños o de nicho, difundieron por distintos motivos. Pero como dice el viejo y conocido dicho popular, no todo lo que brilla es oro.
Sobre la trama y sus personajes
El Reino cuenta la historia de Emilio Vázquez Pena (Diego Peretti), un pastor que se postula al puesto de vicepresidente en las próximas elecciones de Argentina, pero que, después de que su compañero de fórmula es asesinado inesperadamente, durante el acto de cierre de la campaña, tiene que tomar la decisión de asumir la candidatura de presidente.
Lo anterior, en el medio del intento de parte de la Justica, de esclarecer el crimen y experimentando Emilio, cambios profundos en su iglesia, en su entorno y en su propia vida personal, a raíz de secretos que salen a la luz.
Sin embargo, más allá de que la serie se centra en este argumento, se trata de una historia donde son varios los personajes que adquieren preponderancia. Hay otras tramas que se desarrollan en paralelo y en fusión con la principal, y que narran la historia de otros personajes que resultan claves en el ascenso de Emilio al poder, como lo es la de Chino Darín, quien interpreta a Julio Clamens, la mano derecha del pastor, enamorado de su hija, Ana Vázquez Pena (Vera Spinetta).
Las interpretaciones
La primera sorpresa que el espectador se lleva, tras ver los primeros capítulos de El Reino, es la importancia que tiene el personaje de Darín en el relato. Un niño rico descarriado que luego de transgredir las normas, se refugia en la religión y en la figura del pastor Emilio. En la familia del pastor, también encuentra al amor.
Otros roles tienen relevancia como el de Mercedes Morán, la esposa del pastor, Elena Vázquez Pena, mujer controladora, suspicaz y sufrida. Una villana con múltiples aristas, y quizás una de interpretaciones mejores logradas de la serie.
Nancy Duplaá, en su rol de Roberta Candia, la fiscal que interviene en el caso del asesinato del candidato a presidente Armando Badajoz (Daniel Kuzniecka) está muy cómoda, dado que es un rol que le viene como anillo al dedo. Consigue hacer un trabajo sólido y creíble, aunque ya habíamos visto a Duplaá encarnando a una mujer con cierto poder, -sin embargo siempre limitado-, como cuando interpretó en algún momento a una policía en series de Polka (099 Central ;22, el loco), momento de apogeo de la productora de Adrián Suar.
Chino Darín, artista sobre el cual normalmente se depositan muchas expectativas, quizás por las interpretaciones que lo preceden (Muerte en Buenos Aires 2014, La noche de los 12 años 2018, El Ángel 2018 o la serie argentina, Historia de un clan 2015, entre otras) encarna a un abogado enamorado de su novia y con ciertos valores que le impiden, a pesar de su pasado, apoyar del todo el camino oscuro y deshonesto que propone su líder. Por momentos su personaje no llega a convencer, pierde fuerza y cierta verosimilitud, sobre todo cuando comparte algunas escenas junto a Diego Peretti (el pastor Emilio), en momentos claves de la trama.
Lo mismo sucede con Diego Peretti en su rol protagónico, no termina de construir a lo largo de los primeros capítulos de la serie, a ese líder carismático que esperamos ver, cuya fuerza arrolladora sería la que arrastra a toda una Nación, a votarlo. No obstante, en los capítulos finales, vemos que su personaje crece en solidez y fuerza interpretativa.
En cuanto al otro villano de la historia, al cual Joaquín Furriel, le da vida, Rubén Osorio, el jefe de campaña política del pastor Emilio, es un hombre inescrupuloso, que se ajusta bastante al estereotipo del agente despiadado y cínico, capaz de hacer cualquier cosa en pos de cumplir el objetivo y ascender en su carrera. Hemos visto estos personajes muchas veces y en él no llegamos a encontrar ningún tipo de vulnerabilidad, que lo vuelva más humano.
Peter Lanzani (Un gallo para esculapio 2017-2018; El clan 2015), otra pieza clave en la historia, quien interpreta a Tadeo Vázquez Pena, un joven religioso y de buen corazón, preocupado por los jóvenes sin techo de la Iglesia, logra convencer en su rol, con un trabajo actoral que centra su fuerza en la fe en Dios y la bondad del hombre como eje, a pesar de todo.
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