Por Fernando Agüero. Daniel Gómez Gesteira dio sus primeros pasos como intendente en un martes de frío intenso. Ocupó la oficina que dejó el lunes su amigo íntimo y líder político, Esteban Avilés, y con el estilo que lo caracterizó hasta que asomó la posibilidad de su candidatura, en 2018, tomó juramento a sus secretarios sin levantar la voz, casi en secreto.
En el esquema de gobierno hay mínimos cambios con respecto a la estructura que tuvo hasta 24 horas antes el organigrama municipal. Se fueron Horacio Pedrone, de Desarrollo Urbano Ambiental; Juan Villa, de la Asesoría Letrada y Sebastián Guruceta, de la secretaría General. En el mismo orden, según esas funciones, entraron Gustavo García Setti (ex titular del Consejo de Planificación Urbano Ambiental) , Darío Pérez (segundo de Villa hasta hace unos días) y Alejandra Roldán (expresidenta del Concejo saliente) en esas funciones.
Después de la emotiva asunción del lunes, en la que hubo besos, abrazos, deseos de éxito y cruces de elogios entre los avilesistas; el intendente ya en funciones desayunó con el dólar más alto que nunca, presidió el acto formal de jura de los funcionarios de su Gabinete, y salió presuroso hacia el lugar donde se construye el puente peatonal en el centro de la ciudad. Llegaba el gobernador Juan Schiaretti a observar la instalación de la dovela central del puente.
Allí también estuvo Avilés, acompañando el paso de su nuevo jefe político por la ciudad, el gobernador Schiaretti. El exintendente se prepara para dos posibilidades: ocupar la banca en la Unicameral a la que llegó como candidato de Hacemos por Córdoba o sentarse en las oficinas de la Agencia Córdoba Turismo como presidente.
Dos discursos
En su discurso del lunes, Gómez Gesteira fue más moderado que Avilés, quien se despidió planteando las mismas críticas que sostuvo en sus ocho años de gestión y que tuvieron como objetivo primordial a la Cooperativa Integral y a sectores de la oposición que esta vez no mencionó.
El nuevo intendente aclaró que buscará el diálogo con una oposición constructiva advirtiendo que no dejará espacios para las chicanas.
También dijo claramente que su gestión será la continuidad de los ocho años de Avilés y buscó despersonalizar la figura del Intendente con ese latiguillo que se multiplicó en notas y discursos desde el oficialismo en la campaña que versa sobre el “gobierno del vecino” y la “gestión comunitaria”.
La temporada que viene será una prueba de fuego en materia económica para la ciudad, que viene padeciendo los estragos de la crisis con cierres de comercios y pérdida de la rentabilidad en los operadores turísticos. Está claro que el margen de acción de un intendente es bastante limitado en contextos de crisis económicas en los que imperan variables que se manejan desde Buenos Aires. Sin embargo, G.G. deberá timonear la temporada en el medio de un panorama que se avizora complicado.
De todos modos, deberá pasar el tiempo para observar el sello que imprimirá a su propia gestión el nuevo intendente y qué nivel de independencia tendrán sus decisiones.