No hubo forma. El final anunciado de la alianza electoral Cambiemos en Córdoba se dio indefectiblemente este lunes, con la presentación del Frente Cívico ante la Justicia Electoral para salirse de la coalición en la misma provincia donde el macrismo recibió un aluvión de votos en 2015 y en las legislativas de 2017.
Pero Córdoba es Córdoba, el radicalismo es un club en el que siempre son varios los que se quieren calzar la “10” y el juecismo es eso, el partido de “uno” que quiere seguir cosechando desde una imagen donde el histrionismo vale más que cualquier otra cosa.
Y si la ruptura deja interrogantes en el terreno provincial, vaya si los desparrama en los circuitos como el de Carlos Paz. Aquí, además de los condimentos que aportan los núcleos radicales, los dos bandos enfrentados en el PRO, y la presencia casi incómoda del Frente Cívico, existe una pata, la que conduce la UCR, en la que el esquivo intendente Esteban Avilés corta la torta.
Así como el más beneficiado por la puja opositora en Córdoba es el gobernador Juan Schiaretti y su Unión por Córdoba, en Carlos Paz es el oficialismo de Avilés el que se relame tras el desarmado de la ya endeble estructura de Cambiemos en Carlos Paz.
El nuevo nombre de los huérfanos que deja esta ruptura debería mutar a “Combinemos” ya que el caudal de votantes que aspiran a recoger en junio próximo para las elecciones de intendente los que corren detrás de las decisiones del PRO, la UCR y el Frente Cívico tendrá un mapa bastante difícil de descifrar en el cuarto oscuro.
En el entretejido de lo que deja esta ruptura, habrá que esperar unos días para saber qué camino tomarán los precandidatos ya lanzados para la Intendencia. Y es casi seguro que haya nuevos nombres que se sumarán a la danza de postulantes.