En una ceremonia histórica en la que utilizó el cálice y el palio del papa Pablo VI y el cíngolo que llevaba puesto Monseñor Oscar Romero al ser asesinado en 1980, el pontíce los elevó a los altares. También fueron beatificados los italianos Francisco Spinelli, Nuncio Sulprizio y Vicente Romano, la alemana María Catalina Kaspery y a la española Nazaria Ignacia de Santa Teresa de Jesús.
Ante una multitud que colmó la Plaza San Pedro, el papa Francisco proclamó este domingo santos al papa Pablo VI y al obispo mártir salvadoreño Óscar Romero, junto a otros cinco beatos e instó a “imitar su ejemplo” de una vida “sin tibieza, sin cálculos”.
El nombre de los dos nuevos santos está ligado desde hace más de 40 años ya que Romero fue nominado arzobispo de San Salvador por Pablo VI, en 1977.
Monseñor Óscar Romero, muy popular en América Latina y llamado “la voz de los sin voz” por su consagración a los más desfavorecidos, fue asesinado el 24 de marzo de 1980 por un comando de ultraderecha, al comienzo de la guerra civil en El Salvador.
Fue por iniciativa de Francisco que el Vaticano lo reconociera como mártir por haber sido
asesinado “in odium dei” (por odio a la fe), la misma gura usada para declarar beato al argentino Enrique Angelelli, a comienzos de este año.
Romero, nacido en la salvadoreña Ciudad Barrios, 15 de agosto de 1917, había sido beatificado en su país natal el 23 de mayo de 2015 en una masiva ceremonia que encabezó el cardenal Angelo Amato como delegado papal.
Durante su homilía, frente a una plaza con más de 70.000 personas según el Vaticano, incluidos 7.000 salvadoreños, Francisco aseguró que “donde el dinero se pone en el centro, no hay lugar para Dios y tampoco para el hombre”.
Foto: El Mundo de El Salvador.