La historia de lo que les tocó vivir a la fotógrafa Adriana Fossa y a sus dos hijas en la temporada de incendios forestales que quemó más de 300 mil hectáreas en Córdoba, tuvo alcance nacional. Después de haber salvado de milagro su casa del fuego, ahora Adriana y sus hijas Alma y Aramí ven pasar un río de cenizas que baja de las quebradas de las sierras hacia su casa en San Antonio de Arredondo.

“La primera oleada es como una creciente de río. Es tal cual, pero con agua negra. Estoy justo sobre la quebrada y al no haber pasto y monte se viene con todo el agua”, cuenta Adriana.

“La diferencia entre la primera tormenta (que fue la semana pasada) y la segunda (este domingo) es que la primera vino con mucha cenizas. Ahora viene con materia orgánica y arena, lo que es peor porque la posible semilla no tiene posibilidad de crecer ya que la lluvia arrastra todo”, asegura la fotógrafa.

Este domingo, el río que bajó de la montaña hizo que ingresara agua a su vivienda ya que el nivel de agua superó el de la construcción.

“Empezó a entrar por las ventanas que estaban cerradas. La fuerza que traía el agua era increíble e intentamos cerrar los postigos de las ventanas pero se hizo imposible. Estuvimos todo el día limpiando, es algo normal, lamentablemente”, dice.

El despertar

De todos modos, Adriana asegura que en el entorno serrano de su casa ya vio renacer brotes de chañar, de tala, de algarrobo. “Lo que está costando es que crezca el molle. Para las exoticas es como si no hubiera pasado nada. Eso es lo que va a reforestar las sierras”.

 

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