Darío Ramón Cáceres fue uno de los sospechosos de haber participado en el crimen de Jonathan Villegas, un joven que fue asesinado de una puñalada en el balneario El Diquecito, de Villa Carlos Paz. Tuvo una coartada y ni siquiera estuvo imputado.
El asesinato ocurrió el 23 de noviembre de 2013 en el parador de La Fiel, la barrabrava de Talleres, en el balneario El Diquecito. La hinchada del club cordobés tenía como costumbre llegar al parador antes y después de los partidos que disputaba el equipo y, además, administraba el parador por el que pasaban los líderes de la barra.
Esta semana, Cáceres, uno de los líderes de La Fiel, se entregó a las autoridades judiciales luego de que se ordenara su captura por venta y transporte de droga.
En 2013, unos meses antes del crimen de Jonathan, Cáceres y otros miembros de la agrupación fue condecorado por la Legislatura de Córdoba por la colaboraciòn de la hinchada en la pacificación del futbol.
Una tarde trágica en el río
En la tarde del 24 de noviembre de 2013, Jonathan había llegado al río junto a su familia luego del bautismo de un sobrino, que se celebró en la casa en la que vivía su hermano a pocas cuadras de El Diquecito.
Extendieron las toallas en el pasto y se dedicaron a disfrutar la tarde hasta que algo pasó. Una discusión que al parecer se inició porque el toallón de Jonathan tenía inscripciones del club Belgrano terminó en una tragedia. Jonathan fue apuñalado y murió mientras lo trasladaban al hospital.
Por el crimen hubo ocho detenciones y un solo condenado. Daniel Cáceres, hoy detenido por tráfico de drogas, fue exculpado porque tuvo una coartada aunque algunos testigos dijeron haberlo visto en la escena del crimen o en las cercanías.
En abril de 2016, un tribunal condenó a Marcos Darío Castillo, de 32 años, a 13 años de prisión por ser el autor material del crimen de Villegas.
A su vez, absolvió a los demás acusados: uno de los jefes de “La Fiel”, Carlos Martín Pacheco; su hermano Adrián; Emiliano Herrera; y Sergio Rosendo “Verde” Alvarez.
Sara Yolanda López de Pacheco (65 años, madre de dos acusados y considerada “instigadora del crimen”), resultó absuelta por el asesinato pero se la condenó a tres años por el robo del teléfono celular de un policía que estaba fuera de servicio y filmó los hechos.