Con sus característicos alaridos, su salvaje estilo para tocar el piano, sus escandalosas letras que exudaban sexualidad y su transgresora imagen, el músico Little Richard, fallecido hoy a los 87 años en la localidad estadounidense de Nashville, Tennessee, fijó las pautas fundamentales del rock and roll, un género que más que una forma musical, suponía un grito de rebeldía en la cara de los mandatos familiares y sociales.
La puesta de la sexualidad en un primer plano que propuso la imagen y la música de Little Richard suponía un jaque a los planes de la sociedad de posguerra, que apuntaba a la continuidad familiar, con el ideal de hijos cuyas máximas aspiraciones en la vida fueran terminar el colegio, desempeñarse en los mismos trabajos que sus padres, vestirse como ellos y formar una familia tipo.
A través de éxitos como “Long Tall Sally”, “Good Golly Miss Molly” y, fundamentalmente, “Tutti Frutti”, este artista, al que por este lado del mundo se lo rebautizó con la ridículamente literal traducción de Ricardito, reivindicó el goce del cuerpo, la liberación de los sentimientos y hasta se permitió jugar con la ambigüedad sexual, algo inimaginable en la acartonada escena pública de aquellos años.
Su imagen, con su particular batido en el pelo, sus trajes brillosos y sus manos plagadas de brillantes anillos de diamantes, también fue una invitación para una renovación estética que tendría en Elton John y Prince a sus principales continuadores.
Probablemente, esos elementos dejaron servida la mesa para la fulminante aparición de Elvis Presley, con sus escandalosos movimientos de pelvis; pero además fueron inspiradores para diversos artistas durante muchas décadas.
De esta manera, el impacto de Little Richard se sintió en los `60, a través de Los Beatles y Los Rolling Stones –Paul McCartney es un reconocido fan suyo que aceptó haberle copiado su característico aullido-; en los `70, en figuras como Elton John y Rod Stewart; en los `80, de manera muy marcada con Prince; y en los últimos años, en Bruno Mars, por citar apenas algunos casos.
Es que, si bien fue una suerte de padre fundacional del rock, junto a Chuck Berry y Jerry Lee Lewis, Little Richard se caracterizó por sintetizar en su figura prácticamente todos los elementos que darían cuerpo a la cultura rock.
Descubriendo y cultivando su talento
Nacido en Georgia, en 1932, en el seno de una numerosa familia con padres religiosos, Richard Wayne Penniman, tal su verdadero nombre, tuvo su primer contacto con la música a través de los coros góspel de las iglesias, tal como muchos artistas negros de soul, jazz y blues.
Fue su madre quien lo ayudó para que diera sus primeros pasos con el piano, pero la armonía familiar se destruiría en su adolescencia, cuando su padre, haciendo gala de una moral hipócrita –él mismo era predicador pero también destilaba whisky de manera ilegal-, lo echó de la casa por su ambigüedad sexual.
En su peregrinar por distintos lugares, fue parte de varios grupos musicales que actuaban en bares de mala reputación pero que, sin embargo, lo ayudaron a definir su estilo musical.
Tras varias grabaciones sin éxitos, ya bajo el seudónimo con el que se haría conocido, finalmente a mediados de los `50, alcanzaría la popularidad gracias a “Tutti Frutti”, el tema que conjugaba el ritmo alocado, los alaridos y la libertad sexual.
Se trataba de una letra que debió ser modificada por su escandalosa descripción de una relación sexual entre dos hombres. Incluso, en aquellos años, la expresión “Tutti Frutti” era usada en Estados Unidos para referirse a una persona gay.
Entre 1955 y 1958, Little Richard viviría sus años de gloria con la grabación de sus otros grandes éxitos y apariciones en famosas películas de Hollywood como “Don´t Knock the Rock” y “The Girl Can´t Help it”, comedias que daban cuenta del nuevo fenómeno musical en la pantalla grande y actuaron como una especie de epifanía para futuras figuras del género.
Con bronca por considerar que la aparición de Elvis Presley significaba una suerte de “robo de los blancos” a una forma legítima de expresión de “los negros”; y luego de un incidente en un avión que casi se estrella por un desperfecto técnico, Little Richard abandonó la actividad musical y abrazó con devoción la religión.
Sin embargo, volvió a la escena con el auge de bandas británicas de los `60, a partir del reconocimiento de su influencia en Los Beatles, quienes versionaron varios de sus temas como “Long Tall Sally” y “Lucille”; y Los Rolling Stones, con quienes encaró algunas giras.
Los años 70’ fueron de excesos con las drogas, cuyo impacto, fuerte pero silencioso, se notó en diversos artistas y en la proliferación de grupos de música funky, tanto a nivel musical como estético.
Fue el cine el que lo devolvió a la vida pública en los `80, con una actuación en la comedia “Un loco suelto en Beverly Hills”, junto a Richard Dreyfuss, Nick Nolte y Bette Middler; y en “Su majestad Ralph”, en donde reversionaba su clásico “Good Golly, Miss Molly”, acompañado por John Goodman, el protagonista.
Los años siguientes fueron de reconocimientos para Little Richard, quien hasta 2013 se paseó por los escenarios en su rol de leyenda viviente, con actuaciones tan vibrantes como las que solía ofrecer en sus inicios y su inalterable look.