Escribir esto es una forma de auto justificación, una especie de espejo retrovisor que genera una mirada distinta y no tan distante del mundo que nos rodea. ¡Mi vida es ahora, y pretendo levantar la vista por encima de esta anarquía que me rodea para poder seguir viéndote, querida!!!
¿Le enseñaremos a decir la verdad a nuestros hijos? El camino del que transgrede es duro, a veces solitario y otras tantas desagradecido. Ser o no Ser, es la cuestión. ¿Pero de qué cuestión me hablabas estimado William? Si son tantos los caminos que podrán elegir nuestras semillas, si decir la verdad es fastidioso y no da ese prestigio loco. ¿Con qué armadura los pertrecharemos para soportar los tiros penetrantes de la fortuna injusta?
Me recuerdo siempre más seguro en mi mundo interior, allí es donde soy, en aquel lugar se oculta eso que alguna vez me dijiste que era mi alma. Toda una comparsa de seres que me habitan y me confunden hasta los días más calmos. Pero juntos podemos sacudir la modorra de este mundo, sólo hace falta que nos lo propongamos.
Quiero respirar de nuevo ese momento único de libertad que hay, entre lo que era y lo que todavía no soy. Tal vez por hoy, Amor, podríamos cambiar de opinión y así cambiar nuestras vidas.
Tan rápido se mueve el tiempo que a veces no te permite entender que la vida es corta hasta para los ensalzados con las existencias más largas. Las señales siempre están ahí al lado de tu camino, y de poder sentarnos sobre ellas seguro otro sería el paisaje recorrido.
Los que improvisamos frases y acumulamos peroratas en nuestro haber, vemos signos en todos lados. No pertenezco, Darling, al grupo mayoritario que habita esta roca interestelar y pretende que todo responda a un Dios y un ordenamiento divino, ni tampoco a los que creen que somos una asamblea entre el albur y el destino. Nuestras azarosas decisiones nos llevan más bien en un placentero recorrido llamado vida y qué bueno que estés al lado mío para poder narrárnosla.
Estamos juntos en este viaje para acreditar que somos felices el uno con el otro, mi querida coequiper, tratando de desentrañar las reglas del juego. La vida es un juego y ambos estamos al tanto y arreglamos jugarlo lindo sin más artes que las propias.
Construimos torres de marfil todo el tiempo, pretendiendo así alejarnos de lo que más importa, la naturaleza, dueña de una paciencia ancestral y de una sabiduría única. Dejamos de entender que afuera hay un sol muy grande, golpeándonos cada mañana así cuando hayamos abandonado el saché sintamos el encanto de haber jugado limpio y sin trampas, aceptando que a veces se gana y otras se pierde.
Como un Berseker lleno de nobleza e hidalguía cabalgare en la oscuridad. Si Dios no concurre a la cita o quedamos atrapados en la nada, tendré la libertad necesaria para buscarte en la penumbra y juntos afrontar la eternidad.
Oh, sí!!!! Sweetheart la vida continúa mucho después de que la emoción de vivir se haya ido.
Dignidad es la palabra que quiero que nos recuerde, linda.