Por Sol Castro. Este domingo 8 de marzo, el mundo conmemoró el Día Internacional de la Mujer y como es de esperar, las feministas (¡Cómo les gusta a muchos poner a todas en la misma bolsa!), quienes no lo son tanto y quienes buscan demostrar cierta corrección política aunque no defiendan del todo la causa, rememoramos a mujeres que lucharon y aún luchan por nuestros derechos sin descanso, a las que son ejemplos de sororidad, diversidad y equidad social.
Recordamos a las pioneras, a las que nos dejaron un legado para seguir insistiendo en la necesidad de vivir en un mundo con igualdad de derechos y oportunidades para todos, más allá del género. Muchas, de distintas maneras, levantamos bien en alto la bandera en contra del patriarcado cuya violencia machista sigue cobrando sus víctimas en nuestro país y en el mundo. Por impotencia, por sostener un lugar de privilegio que se agota, por no querer ver que nos hace falta un cambio, por falta de inteligencia y humanidad, por tantas cosas y por sobre todo, por falta de amor.
Recordar los aportes de ellas
Así, muchas y muchos recordamos, solo por citar a algunas personalidades importantes, a Simone de Beauvoir y su Segundo Sexo, quien manifestó que no se nace mujer, sino que se llega a serlo a través de construcciones sociales. A Ana de Miguel, que en su libro Neoliberalismo sexual. El mito de la libre elección, nos alerta que desde el primer momento de vida se construye nuestro género con elementos externos impuestos por la sociedad y sus reglas para el buen funcionamiento del sistema de control.
También podría mencionar a Nuri Varela, escritora española que en una de sus obras, Cansadas. Una reacción feminista a la nueva misoginia, cuenta cómo la desigualdad que nos agobia va desde la brecha salarial con el varón, hasta los asesinatos machistas, femicidios que en un altísimo porcentaje de casos son perpetrados por exparejas o familiares. La gente que a una la quiere, ¿vio?
“Los motivos que llevan a un hombre a asesinar a una mujer se gestan durante su infancia y adolescencia: un niño no nace machista, la sociedad en la que vivimos lo configura como tal”, advierte Varela.
Además, y como para no olvidarnos de las nuestras, también podría citar a Rita Segato, voz indiscutida, escritora, antropóloga y feminista argentina, que se encarga de interpelarnos con ideas como: “La violación no es un crimen sexual sino más bien un crimen expresivo por un medio sexual”. Destacando que con esta, se le comunica una lección moral a la mujer que es sospechosa de inmoral desde el comienzo de los tiempos, y que la violación la castiga por desobediente. Mientras que a los otros hombres, la violación les comunica la potencia. La masculinidad, para mantenerse, tiene que confirmarse por los interlocutores masculinos que le dicen eso a la mujer.
Muchas ideas interesantes de ellas y de tantas otras arrojan luz y permiten una mayor profundidad en la comprensión de estos temas que nos atañen, que nos duelen y que debemos entender en todas sus dimensiones para mitigar y luego erradicar. Podría citar a tantas otras mentes lúcidas que nos acompañan, nos marcan en nuestro camino y nos alientan en nuestra lucha, pero decido terminar acá. Suficiente.
Salutaciones
Me focalizo ahora en los mensajes enviados y difundidos por las redes sociales, incluso por WhatsApp durante este domingo 8 de marzo. Hasta gente querida y que me escucha hablar sobre los derechos de las mujeres y disidencias sexuales todos los días, arrojan: Feliz Día! Inmediatamente, pienso que no hay emoticón para expresar lo desagradable que me resulta que no se hayan sentado a pensar dos minutos en el tipo de mensaje a enviar a las mujeres del mundo, y decido contestar con una sencilla frase a casi todos y todas: “Está bien conmemorar. Por los derechos conquistados y todos los que nos faltan, la lucha continúa. Gracias”.
Femicidios que nos duelen
Busco en Internet mi portal favorito de noticias y allí veo que otro femicidio sacude al país, el de Fátima Florencia Acevedo joven de 25 años cuyo cuerpo fue encontrado el Día Internacional de la Mujer, en un pozo de 18 metros en Paraná, Entre Ríos. ¡Claro!, pienso, y algunos quieren festejar no sé qué…
Entonces, intentando dar respuesta a esa necesidad imperante en redes sociales, me pongo a hacer el ejercicio, a pensar qué cosas podría celebrar yo en este día para no decir todo lo que sí diría en una columna periodística como la que estoy escribiendo (como recordar a mujeres que dieron y dan lucha, los femicidios que nos destruyen y nos amenazan a las vivas, los derechos que nos faltan conquistar, entre otras yerbas).
Por lo tanto, me remito a las estadísticas: “En Argentina, diversos observatorios de violencia de género contabilizaron al menos 63 femicidios en los últimos días de febrero: 70% de ellos en manos de sus parejas o ex parejas y un saldo de al menos 88 niños sin madre a raíz de estos crímenes. En lo que va de marzo se contabilizaron 6 femicidios en ocho días, es decir, una mujer es asesinada cada 12 horas”.
¿Qué celebro en este día?
Entonces pienso unos minutos y escribo: “Celebro a aquellas mujeres que se hayan dado cuenta que la unión verdadera es la que hace la fuerza para seguir conquistando derechos.
A quienes no necesitan agradar a todo el mundo para transitar con dignidad y vivir de acuerdo a sus propias convicciones.
A quienes renuncian a una “vida cómoda” como la que supieron conseguir, para experimentar la maravillosa sensación de ser libres, sin atarse a mandatos sociales y al deber ser que se nos ha impuesto desde niñas. Porque tenemos el derecho y la obligación de vivir en la autenticidad y sin mentiras de ningún tipo.
A quienes tienen la valentía y el coraje de confiar en sí mismas y continuar hacia adelante dejando atrás desde las violencias más manifiestas, hasta las más sutiles que envenenan el alma.
Celebro a quienes despliegan sus alas respetándose y respetando a quienes más aman, sin perder su esencia, buscando ese horizonte deseado con miles de dificultades, pero con aciertos que serán un antes y un después en sus trayectorias personales.
Celebro a las que aman y a las que confían, y a las que se entregan a la diversidad y asimilan a la otredad como si fueran ellas mismas. Porque nos vamos construyendo a lo largo de la vida como mujeres, sí, mujeres con todo lo que eso implica: somos complejas, infinitas, con una gran habilidad para transformarnos y transformar y en nosotras conviven tantas cosas que quizás por eso tengamos la capacidad de comprender, brindarnos y comprometernos con palabras y actos nobles, acariciando con un solo gesto a la humanidad misma”.
Y termino con: “Seamos mujeres, seamos libres, seamos complejas y diversas, AMEMOS con mayúsculas”. Quizás sean demasiados exigencias, sí, pero confío en nosotras, sé que podemos lograrlo.