“Una persona con hábitos de vida saludables es aquella que se alimenta balanceadamente y realiza actividad física de forma regular. Lo importante de una dieta es que sea equilibrada; una persona sana puede consumir alimentos y bebidas con ingredientes naturales, orgánicos y artificiales. Es importante siempre incluir en la dieta suficientes cantidades de cereales, leguminosas, frutas, verduras, lácteos, carnes, pescados, aceites y grasas, así como una adecuada hidratación. La salud va de la mano de la nutrición, pues se obtiene a partir de una adecuada alimentación. No debemos estar sanos para poder comer de todo, es al revés, debemos comer de todo para estar sanos. La única salvedad es considerar la idea que cada uno tiene sobre «comer de todo», quizá la clave para alcanzar una óptima calidad de vida.”
Muchas personas asocian el concepto de nutrición sana con el consumo exclusivo de alimentos orgánicos dentro de una dieta mayoritariamente vegetariana. Lejos de ese concepto idealista, la realidad demuestra que podemos disfrutar de todos los alimentos pero siempre que consideremos los aspectos esenciales que determinan la sanidad o toxicidad de los mismos. Así la fórmula para conseguir salud y calidad de vida a través de la nutrición es simple: a menor toxicidad mayor bienestar. La Industria Alimenticia continuamente emite mensajes engañosos sobre los alimentos que vende, proponiendo muchas opciones como la panacea de la salud, mientras que en el dorso de sus etiquetas se indica lo contrario. Pero sólo si se cuenta con la guía adecuada, puede descubrirse la verdadera cara de todos los productos que se ofrecen a diario en las estanterías de los supermercados. Es preciso comprender que leer las etiquetas de información nutricional de los alimentos envasados nos ayuda a identificar los alimentos que proveen salud de aquellos que no, y nos convierte en consumidores inteligentes y avispados.
Curiosamente “comer de todo un poco” se convierte en la mejor estrategia que podemos utilizar frente a la dieta que nos propone la Industria Alimenticia. De esa forma evitamos excesos y de alguna manera protegemos nuestra salud y nuestra calidad de vida. Todo en “su justa medida” parece una filosofía de vida de la que tampoco escapa la nutrición. No podemos negar el progreso y obsesionarnos con lo orgánico, todos los extremos son malos. Si en lugar de inclinar la balanza hacia el lado de lo Natural o hacia el lado de lo Artificial, concebimos un equilibrio, seguramente ganaremos en salud sin sacrificar sabor ni placer.
Si como consumidores nos informamos y nos capacitamos tenemos herramientas para tomar decisiones inteligentes respecto a la dieta y a la selección de alimentos que compongan nuestra alimentación diaria, promoviendo así una óptima nutrición. Hay que atreverse a sentir vitalidad y plenitud de manera espontánea y a todas horas del día, y ese estado de bienestar supremo, se consigue no sólo con una predisposición mental positiva, sino también con una alimentación sana y lo más natural posible. El cuerpo puede prescindir sin problemas de muchos de los alimentos que hoy ofrece la Industria Alimenticia, y además puede sobrevivir con un estado superior de salud si se descartan definitivamente de la dieta diaria. Café, bebidas alcohólicas, azúcar blanco, golosinas, grasas saturadas, sal… todos alimentos o ingredientes que en exceso atentan contra nuestra salud y que obligan al organismo a realizar un enorme esfuerzo para procesar la toxicidad que se deriva de su consumo excesivo. No hay que complicarse con la dieta diaria, sólo necesitamos aprender como hábito a seleccionar aquellos alimentos que generan más beneficios positivos y saludables al organismo. Tan simple como eso, pues con el tiempo nos será cada vez más fácil identificar los alimentos tóxicos y tomar la decisión de descartarlos de la dieta. Vitalidad, plenitud, bienestar y felicidad son términos asociados a la calidad de vida que cada uno tiene, pero que puede conseguirse si consideramos el papel fundamental que tiene la nutrición de nuestro cuerpo. No existe una fórmula universal que podemos aplicar para sentirnos plenos y felices, pero sí podemos promover acciones concretas —en las que tenemos absoluto control— para alentar un estado de máximo bienestar. Decidir con conocimiento qué, cuánto, cómo y dónde comer puede marcar una gran diferencia en nuestra vida. De algún modo, el combustible que ingresamos a diario en nuestro cuerpo para vivir, es algo que nos compete a cada uno de nosotros y a nadie más.
La alimentación ideal no existe como propuesta universal, pero sí existe la alimentación real que es aquella que llevamos a diario. Y si queremos que esa alimentación real sea óptima y saludable para nuestro cuerpo, consideremos lo siguiente: a la hora de ingerir un alimento debemos ser conscientes de lo que nos provee, y así seremos responsables de la decisión de consumirlo… entonces vivir de manera saludable sólo será una cuestión de elección.