En medio de la solemnidad que imponía el Salón Blanco de la Casa Rosada, bajo su techo pintado con una evocación a la Revolución de Mayo, el Gobierno Nacional firmó un acuerdo productivo empresario-sindical con referentes de la industria automotriz. Estoy convencido de que el acuerdo repercutirá en los indicadores de bienestar de nuestro país. Especialmente, será vital para el desarrollo de Córdoba, uno de los polos automotrices más fuertes de Argentina. Considero que la medida es muy oportuna: promete dejar atrás momentos críticos para las empresas que integran la cadena de valor automotriz, producidos por falta de medidas efectivas y por la mentalidad absurdamente cortoplacista del kirchnerismo, que nunca entendió que vivimos inmersos en un mundo cada vez más competitivo, interrelacionado y debemos ampliar nuestras competencias para ese desafío que se llama Futuro.
Con un compromiso de inversión de 5000 millones de dólares, las empresas están interpretando que el largo plazo es un lugar con buenas señales, aunque la transición no sea idílica y hasta ahora, haya tenido un costo político. El presidente sabe mejor que nadie que el país tuvo un año duro. No porque sea un intuitivo, sino porque ahora, después de tanto tiempo, podemos confiar en estadísticas que funcionan bien, como indicadores de una ruta que puede llevarnos cada vez más lejos. Podrían haberse tomado más medidas cortoplacistas que hubieran significado una involución y no hubieran tenido un costo político. Debemos ser conscientes de que las medidas que se han tomado fueron para arrancar el motor del desarrollo, que estaba cubierto de hollín por tantos años de demagogia y falta de visión global. Argentina estaba encerrada en sí misma, y nos encontrábamos mirándonos el ombligo, mientras el mundo nos pasaba por encima y tomaba las oportunidades que nos correspondían.
Claramente, el acuerdo es una clara señal de que Cambiemos está tomando decisiones con mentalidad global. El éxito en la inserción del país en las grandes cadenas de valor globales, que prometen generar más y mejores empleos, depende de cuánto estamos pensando en llevar nuestras competencias hacia afuera. Y la mentalidad global también está manifestada en la intención de buscar mercados más allá del Mercosur, para diversificar los destinos y achicar la inmensa dependencia que existe con Brasil (7 de cada 10 autos son exportados a Brasil). El objetivo de producir un millón de vehículos para el año 2023, junto al aumento de los componentes intra Mercosur del 35% al 40%, van a girar las ruedas de la maquinaria del desarrollo y aumentará la velocidad de transformación de nuestra economía hacia una situación de mayor valor agregado.
El acuerdo también contempla créditos con tasas convenientes para las Pymes involucradas en la cadena de producción y vislumbra una gran actualización de las tecnologías, con el consiguiente aprendizaje para la industria. Cuando los procesos se actualizan y los trabajadores adquieren habilidades de producción superiores, el flujo de inversiones extranjeras directas no tarda en llegar, para seguir acelerando la velocidad de la rueda. La materialización de este acuerdo se traduce en 30.000 nuevos puestos de trabajo directos y 150.000 indirectos.
El panorama socioeconómico de nuestro país es complejo y cambiante. No solo depende de la calidad de decisiones que se tomen, sino de la situación en el resto del mundo. Aún así, aislarnos no es una opción. ¡Es lo peor que puede sucedernos! Decidir pensando en todas las variables, tomando decisiones que al principio pueden resultar incómodas, a veces es generar un mucho mejor Largo Plazo. Por eso, necesitamos ser más competitivos. Y eso significa, simplemente, que cada uno haga las cosas lo mejor que pueda desde el lugar que le toque. Esa es la Argentina que está en construcción. La Argentina del futuro.
Diputado nacional por la Unión Cívica Radical.