El encuentro rockero más federal es una fiesta, pero también terreno fértil para percances de todo tipo. Buscan a un chico de 17 años que está desaparecido.
Con sede fija en el Aeródromo de Santa María de Punilla, el encuentro rockero más federal de la Argentina suma ya 16 ediciones y presenta una organización elefantiásica, que sin embargo no impide que alrededor del evento surjan percances de todo tipo.
Así, en “El mito de las sierras” cientos de fanáticos ven a sus bandas favoritas y disfrutan de espectáculos artísticos de nivel, un aventurero pide casamiento y decenas de coscoínos se hacen su agosto en una economía de subsistencia que dura tres días y permite vivir algunos más. A la vez, la celosa seguridad del predio no impide que alrededor del aeródromo haya una suerte de mercado persa con ventas de todo tipo, con escasísima iluminación, residuos por doquier e incomodidades de todo tipo.
Un verdadero “aguante” del lado de afuera, que hasta cuenta con bandas en vivo, obviamente al margen de cualquiera de los 5 escenarios montados en el incomparable predio.
Quien esto escribe es público de rock desde hace 25 años y no vio en esa periferia nada que no hubiera visto antes. Sin embargo, alarma comprobar de primera mano cómo caló hondo la cultura del reviente, que corona como el más picante al que está más eufórico o directamente dado vuelta, a años luz de aquel rock de antaño estimulado, si, pero que realizaba los festivales los domingos a la mañana.
Así, dio tristeza este lunes encontrar a tanta gente tirada en el piso, o sosteniéndose de pie a duras penas, por supuesto totalmente impedida de disfrutar de la profesionalidad de NTVG, la vigencia de Las Pelotas, la picaresca de Agarrate Catalina o el sonido crudo y compacto de Los Gardelitos.
Por otro lado, los precios del festival no son populares, tanto para el ingreso al predio como para beber algo, y los servicios dejan bastante que desear. Los baños, por caso, estuvieron imposibles.
Con todo, la experiencia de ir al Cosquín vale la pena.
Nos falta un pibe
Con el triste antecedente de Ismael Sosa aún fresco, desde la madrugada del martes buscan a un pibe de 17 años que asistió al festival y todavía no regresó a su casa. Pablo Ezequiel Pereyra es de Hernando y como tantos viajó a Punilla a disfrutar de un evento único, por todos los motivos que ya se desgranaron en esta nota.
Quien pueda aportar datos debe comunicarse a los teléfonos (0353) 154 293 098 o 156 566 648.
Que Pablo aparezca, y el rock no deje de ser una fiesta.