15 científicos cordobeses del Conicet y 18 voluntarios llevarán a cabo desde el próximo lunes una investigación inédita.
El experimento se llama Proyecto Czekalinski consiste en que seis de ellos comerán la Canasta básica alimentaria durante seis meses, otros seis comerán el menú de la Guía Alimentarias para la Población Argentina (realizado en 2019) y otros seis continuarán con sus hábitos alimentarios.
La investigación busca dos impactos concretos: abolir la Canasta Básica Alimentaria y reemplazarla por las Guías Alimentarias para la Población Argentina (GAPA) de la Secretaría de Gobierno de Salud de la Nación. Queremos que la medición oficial de pobreza por ingresos sea reemplazada por una medición de pobreza multidimensional, como se realiza en México y Chile.
La Canasta Básica Alimentaria (para la Región Pampeana) está compuesta por 58 alimentos que proveen 2.700 calorías diarias a un varón adulto de 30 a 59 años. Son los productos más baratos disponibles en bocas de venta minorista. Tiene mucha papa, fideo, pan y arroz. Pocas carnes, cereales y frutas.
El precio mensual de esa canasta es la base sobre la que se calculan la Línea de Pobreza y la Línea de Indigencia que publica el INDEC cada seis meses. Esta es la Canasta que determina quién es pobre y quién no.
Martín Maldonado, Dr. en Ciencia Política, investigador de CONICET y especialista en inclusión social, explicó las razones de la investigación: “La canasta fue creada en el año 1985, por primera vez se en 1989 y después tuvo mínimas actualizaciones. Es la medida central para medir la pobreza en Argentina y nunca nadie usó el “termómetro” de comer la canasta básica”.
“La CBA es una abstracción, nunca nadie se alimentó con esa canasta. Nunca nadie experimentó que pasaría si una persona come esos alimentos durante un tiempo prolongado”, explicó.
Sobre las mediciones, Maldonado en una entrevista televisiva en el canal América, explicó: “Al finalizar los seis meses, vamos a medir los parámetros de salud de los tres grupos. Vamos a tener monitereos y chequeos quincenales nutricionales, médicos y psicológicos”.
“Hay muchas cosas para medir. Hay que ver hasta cuestiones psicológicas, como reacciono yo después de haber tenido hambre durante una semana”, agregó Maldonado.
Según el investigador el proyecto no es sólo nutricional: “Es muy llamativo. Los resultados son múltiples: vamos a ver si la canasta alimenta bien, si es positiva.Los gobiernos no lo quieren actualizar, porque lógicamente la canasta saludable sería más cara que la básica, con lo cual se duplicaría la cantidad de gente por debajo del índice de indigencia y crecería notablemente la gente en condición de pobreza”.
“Por otra parte, hay una pobreza simbólica que no se mide y que tenemos que empezar a mensurar de alguna manera. El acceso a una vivienda, el hacinamiento, tener agua potable, entre otros. En definitiva, queremos que la pobreza se mida multidimensionalmente”.