Agarro de nuevo las teclas y desluzco el silencio atronador de unas semanas en paz como mis muchos yo. Espero poder poner en claro algunas ideas sobre lo que interpreto del momento y estas me sirvan para absorber el golpe de otro año que se va tan rápido y en soledad como no lo hubiera imaginado nadie. Salvo claro está el vidente dueño de la fábrica de Ventanas más grande del mundo. Que ahora parece que además de mega ricacho es también el oráculo de Delfos. B. Gates parece no conformarse con manejar el monopolio del software sino que ahora también quiere explicarnos el devenir de nuestras existencias. Menudo trabajo ese de programar!!
¿Cuándo pasaremos esta página odiosa, tediosa, llena de caricias significativas y besos por celular? Esta vuelta al sol ha sido demasiada lenta, sin cartas para armar el full, pero de todos los que nos sentamos en la mesa de juego, ¡creo que ninguno va a poder apostar salvo que haga un gran blef!!
Estamos encerrados en el tiempo sin tiempo para soñar, como si estuviéramos en un casino de Las Vegas donde las luces prendidas todo el día parecen simular un tiempo continuo sin noche, así de ese modo la gente pierde la noción de momento, y las ensoñaciones tan necesarias para seguir con vida. ¿Qué tal si apagamos las pantallas por un buen rato? ¿Pero quién me leerá entonces?
Sin embargo, el paño está servido y las apuestas parecen ir a la baja. Nadie se atreve a mostrar las cartas en un juego tan sucio de baraja marcada por los dueños del placer. Esos tipos recios, aristócratas de fajos blue, botones dorados y pantalones pinzados con un post doctorado en meritocracia hereditaria. Quizás ellos se pregunten porque en otros casinos siempre dejan seguir jugando, el siga siga de las off shore parece un tributo a un mal árbitro de Futbol. Mientras tanto los galpones de luz pueden ser vistos desde la órbita lunar y acá en la estrella del sur, la murga de los renegados sigue creciendo como crecen las malezas en los campos sin glifosato y pide a grito que no la ajusten más, harta de oler la fruta sin poder morderla y que los patrones de la guita sin gastar no contribuyan más.
Pero ya todos sabemos, los reyes no entregaron la corona gustosos en la primera república, primero hicieron sonar el escarmiento y luego vendieron cara la derrota, tan cara que María Antonieta dueña de una frivolidad y superficialidad arrasadora tuvo pagar con su cabeza el descalabro. La guillotina hizo el resto. ¿la historia? agradecida de tener algo nuevo para contar
Somos los hijos de un tiempo bisagra, lleno de odio y mentiras post verdaderas por facetime, wathsApp y cuanta red virtual haya, que acariciamos el éxito de poder soñar sin molestar a quien bebe con nosotros.
Somos el principio de algo que podrá pagar la factura del cobertizo de fosforescencia sin dejar de comer, o seguiremos siendo, como dice el Poeta del Rock, esa clase media cuya esencia es el travestismo social y el uso desaforado de plásticos truchos. Que mira como corren la zanahoria de lugar y no se atreve a decir nada.
Sabemos por la experiencia más que por nuestra inocencia que los dueños de la fiesta, odian el carnaval. Esa reunión pagana donde el pueblo agasaja el cambio de ciclo, donde nos dejamos acarrear por nuestras pasiones, dejamos de reñir por un rato contra nuestro infortunio, y bebemos endurecidamente disfrazados del ciudadano Kane, ese personaje de la obra genial de O.Wells que nuestra en 1941 como el Multimillonario Charles F. Kane, magante de la prensa, muere y pronuncia una sola palabra “ Rosebud”. Un periodista intrigado empieza a investigar este último vocablo pronunciada antes de morir y comienza una serie de entrevistas con todos los que habían compartido distintos momentos de la vida de Kane. Compone así de este modo la personalidad del acaudalado empresario, donde se muestra como transita desde el idealismo que hace de la profesión a la despiadada búsqueda del poder usando la prensa para manipular la opinión pública y fabricar subjetividades. El espectador termina entendiendo que el anhelo por las cosas perdidas y los valores realmente importantes se pierden en las personas que buscan el poder y la acumulación, cuando los sirvientes de Xanadú queman el trineo que usaba Kane de niño para jugar cuyo nombre era “Rosebud”
Sigo pensado mientras llega el Sputnik al cielo ¿Seremos nosotros los ciudadanos Kane del presente? que con nuestras redes antisociales buscamos modificar subjetividades y manipular conciencias. ¿Entenderemos que no da para más la Murga de los renegados? Es momento de poner en practica nuevas ideas para el caranval, las nuevas generaciones merecen ver el Ciudadano KANE. Somos los que estamos dispuestos a dar el paso para que la cultura reinante del descarte se baje del podio de la meritocracia y de lugar a la carrera de la igualdad de oportunidades y el conocimiento compartido.
Todo esto lo podemos lograr sin tener las escrituras de Xanadú.