Fue aquí en Carlos Paz donde comenzó a gestarse la pelea interna en el peronismo cordobés. La presencia del candidato del Frente de Todos, Alberto Fernández, encabezando un acto en el teatro Luxor, no fue el inicio sino una señal de que los 20 años de estabilidad en la conducción del Partido Justicialista de Córdoba estaban en la cuerda floja.
La crisis había comenzado en los albores de la campaña hacia las elecciones municipales, con la decisión de la mesa chica del gobernador Juan Schiaretti, con Carlos Massei como figura central, de sumar a Esteban Avilés a las filas de la nueva coalición Hacemos por Córdoba, la nueva versión refrescada de la alianza Unión por Córdoba, esa que llevó a José Manuel de la Sota a su primera gobernación.
El todavía intendente Esteban Avilés echó nafta a la hoguera de la interna peronista cuando en un programa de TV local lanzó duras críticas hacia el caserismo. Y el test electoral de mayo, en el que Schiaretti obtuvo un abrumador triunfo, anestesió por algún tiempo una disputa que no tardaría en aflorar cuando comenzó a tomar forma la candidatura de Alberto Fernández.
En esos comicios provinciales fueron electos para ocupar una banca en la Unicameral el exintendente Avilés y la actual legisladora Mariana Caserio, quien poco tiempo después lanzó su campaña a la Intendencia.
Justamente, la ausencia de algunos referentes de peso y del propio gobernador Schiaretti en la campaña en apoyo a la candidata de Carlos Paz Inteligente (un frente liderado por el peronismo local) fue un trago difícil de digerir para Carlos Caserio y su tropa.
El triunfo de Carlos Paz Unido, un espacio que quedó bajo el mando total de Avilés desde la ruptura con el Frente Cívico en 2016, alejó aún más las posibilidades de algún tipo de acercamiento. Eso se puede percibir a diario en el seno del Concejo de Representantes, donde Carlos Paz Inteligente tiene su banca con Carlos Quaranta.
Y los rumores del posible paso de Avilés a la presidencia de la Agencia Córdoba Turismo aportaron más rispidez al combo peronista.
Las palabras de Carlos Caserio en el acto que convocó en el teatro Luxor para cerrar la campaña de “Alberto” en Carlos Paz fueron de una dureza inusitada con la mira puesta en la conducción del peronismo cordobés por su “neutralidad” en las presidenciales.
Hasta ahora, en el Panal nadie acusó recibo de esos dichos, pero la herida está abierta y después del domingo 27, con la renuncia de Caserio a la presidencia del PJ cordobés sobre la mesa, el resultado el electoral marcará un nuevo mapa de relaciones en el seno del partido que gobierna Córdoba desde 1999.
Foto: Santiago Berioli
Ilustración: Sol Primitz