Instituciones públicas y privadas de la Argentina brindarán a pacientes en estado crítico por el nuevo coronavirus, plasma de personas que se hayan recuperado de Covid-19 en el marco de ensayos clínicos colaborativos que buscan probar si los anticuerpos que se generaron en un organismo pueden ayudar en el tratamiento de infecciones por SARS-COV-2 en curso.
“En Argentina hay al menos tres redes colaborativas que estamos trabajando con la idea de que el ‘plasma convaleciente’ de personas que tuvieron Covid-19 y se recuperaron, pueda servir para los pacientes más graves o en riesgo. La idea es aportar los datos que vamos obteniendo en tiempo real para que cada experiencia sirva a la otra”, explicó a Télam, Ricardo Valentini, jefe del Departamento de Medicina del Cemic.
Valentini aseguró que “sobre los datos del presente hay un estudio hecho sobre 19 pacientes en los cuales hubo buenos resultados, pero para la magnitud de esta pandemia no representa un universo significativo”.
Tres líneas de investigación
El médico también detalló que en Estados Unidos se están llevando adelante tres líneas de investigación: “Una usa plasma como profilaxis, es decir que se le suministra a personas que estuvieron expuestas al virus para probar si puede prevenir; esta es una línea que en Argentina no la está haciendo ningún grupo”.
“La segunda línea es un protocolo con pacientes en formas leves y moderadas de la enfermedad, y la tercera es un estudio de acceso abierto, que implica que los médicos pueden aplicar plasma si quieren y registrar los resultados. También hay 50 pacientes bajo tratamiento compasivo, es decir, fuera de estudios, que estaban recibiendo plasma. Pero no tenemos información de resultados de ninguna de estas líneas aún”, describió.
Los estudios en el país
En Argentina, el plasma se aplicará a pacientes que se encuentren graves, es decir, en terapia intensiva con respiración mecánica, o bien que estén por ser asistidos en forma inminente por un respirador; en todos los casos los pacientes recibirán, además, los tratamientos que esté utilizando cada centro de salud.
“En el caso del plasma no tiene los riesgos de una droga nueva. Se trata de un componente de la sangre que se utiliza hace un montón de años para muchas cosas. Por ejemplo, se usa plasma en una operación cuando un paciente está perdiendo sangre porque aporta factores de coagulación; también se usa en enfermedades hematológicas y otras infecciosas, además de la fiebre hemorrágica que es lo que más se conoce”, describió Valentini.
El Cemic realizará primero un “estudio de factibilidad” que implicará el suministro de plasma a diez pacientes graves sin comparar contra otro grupo de referencia (es decir que no se le administre); luego se hará un registro de tolerancia, si hay mejoría o no, y de características de los pacientes.
“El plasma se dará junto al tratamiento que se considere mejor para ese paciente; actualmente no hay ningún tratamiento lo suficientemente validado, las evidencias de las que disponemos son pocas y en algunas ocasiones hasta contradictorias”, señaló Valentini.
En el mismo sentido, el médico especialista en inmunohematología Pablo Camino, del Servicio de Medicina Transfusional del Hospital Italiano, sostuvo que “la ventaja del plasma es que no choca con los otros tratamientos; entonces se puede administrar sinérgicamente con las otras drogas”.
Camino también enfatizó que “por ahora no hay un tratamiento que se sepa con seguridad que funciona” en relación a las drogas que se están administrando, que a grandes rasgos se clasifican entre antivirales (como ritonavir/lopinavir) e inmunomoduladores (como hidroxicloroquina o interferón beta), esto es que actúan sobre la respuesta inmunológica del paciente.
En ese contexto, recordó que “el plasma convaleciente es un recurso que lleva muchos años pero como cada virus y cada fisiopatología de una enfermedad son distintos, uno no tiene la certeza de que vaya a funcionar”.
En el Hospital Italiano se va a hacer un estudio clínico doble ciego: a un grupo de pacientes se le aplicará plasma convaleciente y se comparará su evolución contra otros a los que se les dará placebo; en ambos casos se les brindará, además, el tratamiento indicado según sus características.
El hemoterapeuta explicó que “no se trata solamente de colectar el plasma y transfundírselo a quien está cursando la infección, sino que hay que saber si el plasma recolectado tiene anticuerpos, qué cantidad, si sólo tiene anticuerpos específicos o si también tiene neutralizantes, que son los que bloquean el virus, entre otras cosas”.
Otro obstáculo, explicó, es que “los valores de referencia en relación a la concentración de anticuerpos por mililitro tampoco son contundentes; hay estimaciones como para decir menos de este valor no tiene sentido, pero no hay certezas. La idea es aprovechar lo que ya se sabe y sobre esa base mejorar los procedimientos y protocolos para generar mayor efectividad”.
En ambos centros de salud, la respuesta de los potenciales donantes fue positiva: “Es importante que las personas curadas se vean motivadas a donar su plasma para ayudar a otros enfermos”, expresó Valentini.