El 22 de febrero de 2017 el agente de policía Rodrigo Velardo Bustos mató de un disparo en el tórax a Franco Amaya, un joven carlospacense de 18 años.
Franco iba en moto con su primo en cercanías del puente de Los Gigantes y no se pudo detener en el control policial porque le fallaron los frenos del vehículo.
El autor del disparo, sobre quien se comprobó que estraba en estado de ebriedad, recibió una pena de 12 años de prisión, mientras que su compañero y oficial a cargo del control, Ezequiel Villagra, fue absuelto.
Para la madre de Franco, Laura Cortéz, fueron condenas irrisorias.
Carlos Paz Vivo! conversó con Laura quien expresó: “Uno trata de estar lo mejor posible, de ponerle muchas ganas para seguir en esta lucha, apelar para que se vuelva a abrir un juicio porque la condena es muy baja. No sé si en tres años más este tipo sale y tres años demora una apelación que fue negada el año pasado” y agregó: “Quiero hacer las cosas hasta que Dios me de vida pero la Justicia a veces está del lado de la policía. Esto queda en manos de gente que defiende más a los asesinos”.
Un recuerdo permanente
En recuerdo de Franco, hace algunos años se le puso su nombre a la plaza ubicada en avenida Perón y Los Gigantes y se pintó un mural que lleva su rostro. En los últimos días se erigió una placa con palabras alusivas en conmemoración a un nuevo aniversario del crimen que se convirtió en un emblema del abuso policial y el gatillo fácil en Carlos Paz.
El próximo martes 22, se realizará una actividad en la plaza desde las 17:30 para mantener activa la memoria de Franco.
“Cuando pasa otro hecho similar volvés al mismo momento. Me pongo en la piel de esa madre. Al principio no entendés nada, no caés y decís ‘otra persona que va a pasar lo mismo que yo’ y ‘los que lo han pasado antes que yo’. Me pone la piel de gallina y trato de acompañar”, reflexionó.
Por último, sobre si tuvo alguna palabra de apoyo o pedido de disculpas por parte de la Policía, su respuesta fue contundente: “Nunca. Absolutamente nada”.