Por Sol Castro. El 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer Trabajadora, vi un filme que tenía pendiente desde hacía ya un tiempo, recientemente estrenado en cines del país, Bombshell o El escándalo, dirigida por Jay Roach con guión de Charles Randolph.
Protagonizada por tres destacadas actrices de Hollywood, Charlize Theron, Nicole Kidman, Margot Robbie, la película cuenta la historia basada en hechos reales, de mujeres que trabajaban en la cadena televisiva Fox News de Estados Unidos y sus alegatos sobre acoso sexual del fundador de esta, Roger Ailes.
Gretchen Carlson (Nicole Kidman) es quien primero se anima a hablar y denunciar a Roger Ailes, alegando acoso sexual, aunque nadie pudiera predecir lo que sucedería después. Su decisión llevó a la corresponsal de Fox News, Megyn Kelly (Charlize Theron), a presentar su propia historia, así como a muchas otras mujeres, incitando a un movimiento que reverbera en todo el mundo y que fue el puntapié o caldo de cultivo para otra revolución clave de mujeres en Estados Unidos, como lo fue el #MeToo.
En esta película las mujeres en cuestión hablan en primera persona, se presentan y cuentan los motivos de su decisión de hablar y revelarse ante el acoso machista y patriarcal, con un dispositivo narrativo propio de los reportajes televisivos, para dar luego paso a un narrador omnisciente. Solo al final se vuelve a retomar el testimonio en primera persona de estas mujeres valientes.
La única historia de vida que no está basada en una periodista con nombre y apellido reales es la encarnada por Margot Robbie, quien sin embargo interpreta y representa a la perfección la situación de vida y el acoso al que eran sometidas tantas mujeres jóvenes dentro de Fox News y de tantos canales y medios del mundo.
La valentía de esas mujeres fue clave, el coraje de una llevó a otras a destapar la olla, y Ailes, quien fue intocable durante toda su vida, debió cumplir su condena y resarcir económicamente a las víctimas de acoso.
Me Too y el veredicto de la justicia
El movimiento #MeToo al que hice referencia tomó fuerza en el 2017, tras el escándalo que enfrentó Harvey Weinstein por delitos sexuales en la industria del cine. Todo comenzó el 15 de octubre de 2017, cuando la actriz Alyssa Milano hizo una publicación en la que invitaba a todas las mujeres que hubieran sido víctimas de acoso o violencia sexual a escribir #MeToo, para dar al mundo una idea de la magnitud del problema del acoso y violencia sexual.
En Twitter, su mensaje fue compartido más de un millón de veces y en Facebook se produjeron más de 12 millones de mensajes en respuesta a su propuesta, en menos de 24 horas.
Hace solo dos días se dio a conocer que Harvey Weinstein fue condenado a 23 años de prisión. Por acto sexual penal en primer grado, 20 años de prisión y por violación en tercer grado, 3 años de prisión.
Saber que este hombre cumplirá su condena alivia a muchas mujeres que hayan experimentado acoso o violencia sexual en ámbitos laborales u otros. Comenzó a hacerse justicia y el mundo es testigo de eso.
La situación de acoso y violencia sexual en Argentina
Después de conocerse esta sentencia que cierra victoriosamente un momento difícil pero muy importante del movimiento de mujeres en el mundo, leí una nota que por esos días escribía Mariana Carabajal en Página 12, que habla sobre cómo el acoso y la violencia laboral afecta desproporcionadamente a las mujeres.
Recordé el caso de Thelma Fardin y su acusación sobre violación contra el actor Juan Darthés, apoyado y difundido por el Colectivo Actrices Argentinas en diciembre del 2018 y por qué no decirlo, también rememoré algunas situaciones de violencia y acoso sexual en el trabajo de colegas mujeres, que fueron denunciadas en su momento.
Lejos de mitigarse, esta forma de violencia contra las mujeres sigue latente aunque hoy tenemos más fuerza, seguridad y contención social para denunciar y lograr que los culpables paguen por los delitos cometidos.
Según indica un estudio exploratorio del Equipo Latinoamericano de Justicia y Género (ELA) y NODOS sobre experiencias de discriminación, acoso y violencia de mujeres e identidades feminizadas mayores de 18 años que residen en Argentina: “El acoso y la violencia laboral afecta de manera desproporcionada a las mujeres y disidencias sexuales, de acuerdo a los datos preliminares que elaboró la OIT (Organización Internacional del Trabajo), donde se aprobó el Convenio 190 sobre Violencia y Acoso en el mundo laboral.
La encuesta que se hizo a través de una plataforma virtual y se distribuyó principalmente por redes sociales: e-mail y WhatsApp, fue contestada en el mes de noviembre de 2019 por 1443 mujeres y personas LGBTIQ+ distribuidas en todo el territorio nacional.
Los hallazgos más significativos, -tal como informa la nota en Página 12-, es que entre las jóvenes crece la exposición ante malos tratos por parte de clientes (33 por ciento) y que casi el 62 por ciento no pudo realizar la queja, reclamo o denuncia y el 34 por ciento sí lo hizo, pero casi el 84 por ciento de estas últimas no recibió una respuesta por parte de la empresa.
Por otro lado, para 2 de cada 3 encuestadas, la denuncia no redundó en un cese de la situación de acoso o violencia y para el 47,5 por ciento hacer la denuncia trajo aparejado alguna consecuencia negativa, represalia o desventaja laboral.
El 15 por ciento de las encuestadas afirmó que le solicitaron favores sexuales a cambio de un beneficio laboral, duplicando estas experiencias entre las encuestadas con discapacidad (33 por ciento) y personas LGBTIQ+ (34,7 por ciento).
Faltan más estudios y estadísticas en Argentina sobre el tema, que por diferentes motivos no se realizan. Es necesario que esta problemática que aún sufrimos las mujeres salga a la luz para poder mitigarla y erradicarla como corresponde. De allí la importancia de hablar de lo que nos pasa, denunciarlo y obrar en consecuencia, para que la Justicia pueda condenar a los culpables.