Su primer trabajo en televisión fue Socorro, quinto año, emitida en el viejo canal 9 de Buenos Aires. Junto a Laura Novoa, con quien hacía pareja en la ficción, encendía la pantalla con sus historias de amor adolescente que eran seguidas por las jóvenes generaciones de aquel momento.
Fabián Vena, actor, director y ahora también profesor de teatro, llegó a Villa Carlos Paz para presentar la comedia dramática Perfectos desconocidos en Teatro Melos, en la que además participan artistas reconocidos como Romina Gaetani, Nacho Gadano, Iliana Calabró, Paula Morales, Germán Tripel y Alejandro Muller.
Su pasado fue coronado con grandes éxitos de la pantalla chica como La Banda del Golden Rocket y Verdad-consecuencia. Más tarde llegó Resistiré, novela protagonizada por Pablo Echarri y Celeste Cid, donde hacía de Mauricio Doval, un villano memorable. En teatro trabajó en diversas obras, algunas de ellas fueron Romeo y Julieta junto a Emilia Mazer, y Las variaciones Goldberg junto a Alfredo Alcón, propuesta que logró gran repercusión, solo por nombrar algunas. Actualmente, La conferencia sobre la lluvia, es el unipersonal que lo lleva a diferentes partes del mundo.
En cine, formó parte del reparto de películas como El viento se llevó lo que (1998), Una noche con Sabrina Love (2000), Valentín (2002), Extraños en la noche (2012), entre otras.
Por estos días, la labor de Fabián está más centrada en el arte teatral. Consiguió tener su propio teatro en Villa Crespo (Buenos Aires), donde da clases por recomendación de su actual mujer, Paula Morales. “A ella le sirvió todo lo que le dije para mejorar y me dijo con determinación que debía enseñar teatro, que tenía todo para hacerlo, ahora me siento muy feliz de haberle hecho caso. Estoy encantado”, reconoció Fabián en entrevista con Carlos Paz Vivo!
-¿Cuándo te diste cuenta que querías ser actor?
-Cuando estudiaba en el Secundario, pero empecé a estudiar teatro vocacional en mi barrio, Mataderos. Tenía 11 años y a partir de ahí no detuve la marcha. A los 16 años ya tenía claro que quería ser actor, pero sabía que necesitaba formarme de una manera técnica y académica. Me gustaba y me gusta mucho estudiar, entonces supe que si iba a hacer una carrera que tenía que ver con la actuación, tenía que dedicarme de la misma forma que el que estudia medicina, abogacía, etc. Tenía esa intuición, tampoco es que la tenía tan clara. Cuando estaba en quinto año, a mitad de año, ya estaba estrenando mi primera obra profesional en teatro independiente, donde invité a la directora del colegio, a mis compañeros, etc. A los 18 años ya estaba en mi segundo año de formación profesional en teatro. Tuve suerte porque encontré el Teatro IFT, que es de alguna forma lo que replico hoy en mi escuela siendo docente, en donde la formación del actor es integral.
-¿Cuáles fueron los hitos en tu carrera que te permitieron avanzar y llegar al artista que sos hoy?
-Tuve intuición, pero también mucha suerte. Nunca dejé de formarme en teatro, hice obras infantiles, para adultos. Probé la técnica integral que me habían enseñado para poder entenderla. A la técnica teatral podés entenderla en 5 ó 10 minutos, pero te lleva toda la vida entrenarla. Y hay cosas que tampoco se enseñan en ningún estudio de actuación, se logran arriba del escenario. Después surgió la posibilidad de hacer televisión y entré en un casting de Socorro, quinto año. A partir de ahí, en la TV, con el correr de los años, vino una seguidilla de programas que me dieron muchísimo. La televisión no te la enseña nadie, la vas aprendiendo a medida que se trabaja ahí. Rodolfo Ledo ha sido en mi vida un puente de oro para llegar a la tele porque yo venía del teatro y de una cuestión más técnica, y esta tiene sus propias reglas. El recorrido por la TV es tan fuerte como el recorrido que tengo en el cine y en el teatro.
-¿Dónde sentiste que creciste más?
-Buena pregunta, creo que uno está creciendo todo el tiempo. El teatro es mi ámbito natural, me crié ahí. Uno se crea haciendo, golpeándose contra la pared, entrenando y aprendiendo. Vengo de un unipersonal que hago hace dos años, y ahora estoy con seis compañeros en el escenario, en Perfectos desconocidos. De estar solo a estar con un grupo grande, haciendo una obra compleja pero con gran llegada al público, es un gran crecimiento también.
-¡Hay equipo!
-¡Qué te parece! Se construye también un humor muy especial entre los siete arriba del escenario. Todo eso hace aprender. Sumado a la construcción de mi escuela y las clases que doy, me permite estar en constante comunicación conmigo mismo.
La enseñanza como oficio
-¿Cómo surge la posibilidad de enseñar teatro?
-Eso ni siquiera lo imaginé. Es una gran sorpresa en mi vida. Surgió de una manera muy natural y contundente en la relación que tengo con mi mujer, con quien compartimos el apasionamiento por la actuación. Ella estaba trabajando en un clásico de una obra de teatro independiente. Yo la esperaba cuando regresaba del ensayo para ver cómo le había ido. Ella me contaba, fuimos de a poco compartiendo su trabajo, le señalaba algunas cuestiones técnicas, le sugería que pruebe esto o aquello y un día me dijo: “Me funciona todo, tenés que dar clases y dirigir”. Y ahí se me prendió la llama, a partir de su mirada, tan contundente. Jamás hubiese salido de mí, a veces uno necesita de esos empujoncitos que te dan para comenzar con algo nuevo.
-No te hubieses animado de otra forma…
-Creo que no porque tengo tantas grandes imágenes de quienes me enseñaron, que el prejuicio era que para ser director o docente, tendría que haber nacido un par de veces más. Sin embargo, también tiene que ver con otro momento de la vida: tener hijos, el tema de la paciencia, cultivar, estar ahí, todo hizo eclosión. Me siento muy feliz enseñando, tan apasionado como cuando actúo. Poder enseñar y poder poner el cuerpo arriba del escenario todas las noches, transmitir lo que sé y dirigir a colegas, a amigos, etc, es maravilloso. Me permite retroalimentarme y pensar en el teatro las 24 hs.
-Viniste a Carlos Paz con tu mujer Paula, trabajan juntos, es una temporada especial ¿Cómo la estás viviendo?
-Vinimos con mucha ilusión y expectativas y se están cumpliendo. Está pasando rápido la temporada como pasa la vida, nos está agarrando ya la melancolía porque nos vamos a tener que ir. Siempre estamos atentos con Paula para trabajar juntos, porque amamos el mismo oficio y nos encanta compartir ¡Hasta compartimos camarín! No solo es necesario para mí estar cerca de ella, sino que a ella le pasa lo mismo, entonces hay que disfrutar este momento arriba del escenario, abajo, con los niños, que es hermoso. Y para mí nada es completo sino está toda la familia, nada es cien por ciento feliz si uno no está rodeado de la gente que ama. Además estamos disfrutando mucho de los chicos porque a ellos les gusta mucho Córdoba, ellos sí tienen vacaciones.
-Están a full trabajando y con la familia…
– Sentimos el carreteo ya porque venimos al teatro, salimos a cenar después con los compañeros y el resto del día estamos con nuestros hijos, con la familia. Estamos a full con la tribu, las tardes de pileta y luego a trabajar.
-¿Cuáles son tus próximos planes en lo artístico?
-En la medida en que me siga sorprendiendo la vida, te digo, me voy a quedar quietito. No me conviene imaginarme cosas, porque soy un privilegiado absoluto. El bibliotecario, mi personaje de La conferencia, dice: “El corazón tiene derecho a una sorpresa”. Es decir, que lo intuitivo, eso que aparece como algo fundamental en tu vida, que no sea escrito por vos, está buenísimo. Sí me ilusioné una vez con trabajar junto a Alfredo Alcón en teatro y de pronto me llamaron, se me cumplió. Entonces lo mismo me pasa con todo lo que siguió o sigue. Con el teatro que tengo, donde doy clases siento que dejaré un legado. Es un espacio donde hay mucha amorosidad, compromiso y cuidado por el teatro, así que apunto a eso mucho. Pero la vida seguirá sorprendiendo y me encanta.