Una excelente noticia para el mundo de la literatura infanto juvenil de nuestro país, es que la escritora neuquina María Cristina Ramos, haya sido nominada al premio Premio Hans Christian Andersen, el cual se entregará en marzo en Bolonia, Italia, durante la Feria del libro que se celebrará en la ciudad.
La autora de más de 60 libros de poesía y narrativa para niños y jóvenes, disputa el premio que entrega la Organización Internacional del Libro Infantil y Juvenil (IBBY), junto a otros escritores como Bart Moeyaert de Bélgica, Marie-Aude Murail de Francia, Farhad Hassanzadeh de Irán, Peter Svetina de Eslovenia y Jacqueline Woodson de Estados Unidos.
Por el momento solo la escritora cordobesa María Teresa Andruetto, obtuvo el considerado premio Nobel de literatura para chicos y jóvenes, en el 2012.
Entre las obras escritas por María Cristina Ramos se encuentra Un sol para tu sombrero, Maíces del silencio, El árbol de la lluvia, Azul, la cordillera y La rama de azúcar, novela que reseñaré en esta oportunidad.
Cabe recordar que desde 2002 la autora dirige la editorial Ruedamares, creada para publicar libros de poesía para pequeños lectores.
Recibió numerosos premios, entre ellos el Premio Iberoamericano SM de Literatura Infantil y Juvenil otorgado en 2016 en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, México.
La rama de azúcar
A menudo, en la vida, nos sentimos tan frágiles como una rama de azúcar, cualquier situación negativa puede ser una amenaza que puede desmoronarnos, pero si confiamos en nosotros mismos, con voluntad, esperanza y fe, es posible aparezca esa luz que nos recompone y permite que podamos sobrellevar los malos momentos.
La rama de azúcar, de María Cristina Ramos, nos habla de eso, de la fragilidad humana, de la tristeza que experimentamos pero también de la alegría que nos fortalece. Este tema es explorado a través del personaje de una niña, que en primera persona, cuenta sobre un momento de su infancia en el que vive cambios importantes, que tienen que ver con sus seres queridos, su entorno y con ella misma.
¿El detonador de esos cambios? Un anuncio de su tía Magnolia De la Colina, el único anuncio importante que había sido capaz de hacer en mucho tiempo. A partir de allí, surge una serie de acontecimientos que transcurren rápidamente, y que nos hablan de la relación de la protagonista de esta historia con su hermana mayor Lili, con su hermana menor Serena, y del giro contundente que tuvo la vida de su melancólica tía Magnolia después de una inesperada visita.
Deseos, pensamientos y temores de una niña en medio de un complejo mundo de adultos (mamá, papá, tía y sus amigos músicos), tienen lugar en esta novela de 14 capítulos, editada por Comunicarte, Colección 20 escalones.
Tres temas ocupan a la joven: su tía, su hermana Lili, y el circo que llegó al pueblo. Estos se desarrollan como líneas narrativas que corren alternadamente. Mientras tanto, a la protagonista le van sucediendo otras cosas que acompañan su crecimiento, algunas muy buenas, otras no tanto, pero que sin lugar a dudas son momentos que valen la pena inmortalizar a través de las palabras y que forman parte del profundo entramado de su memoria.
La niña no comprende todo lo que sucede desde un primer momento, pero, con el paso del tiempo las piezas del rompecabezas empiezan a tener algún sentido. Tía Magnolia era como era por algo, su hermana Lili se comportaba raro por algún motivo, las debilidades del presente tenían su explicación, de algún modo, en el pasado.
La muerte de un ser querido también es un tema abordado en esta obra ilustrada en blanco y negro por Mónica Weiss.
“Cuando llega el olor de la lluvia, se siente en la casa la presencia de tía Magnolia. Yo me quedo esperando alguno de sus anuncios (…) Como ya ha pasado un tiempo, somos capaces de hablar de ella sin llorar.
Está lindo para salir a volar, solía decir, mientras en la terraza nos rodeaba el atardecer.”
Una obra recomendada para lectores a partir de los 12 años.