En febrero de 2019, María Paz y Mariana, sus hijas relataron a través de la red social Facebook que habían sido manipuladas por su madre para denunciar a su padre por abuso sexual. Días después, se produjo el reencuentro entre el padre y sus hijas en Carlos Paz, tras 17 años.
12 años prófugo
Ceferino no se presentó el día de la condena en el Tribunal en lo Criminal Nº 1, cuando se leyó la sentencia que le imponía 6 años de prisión.
Desde 2007, el hombre eligió la clandestinidad, primero en Chile donde la empresa lo había mandado a trabajar y en donde tuvo que hacer varias maniobras para escapar de un par de incursiones de la Policía argentina; para luego pasar 10 meses en la cordillera de Río Negro y después instalarse definitivamente en Carlos Paz hasta que prescribió su condena.
Conciente de su inocencia, Ceferino Rotili se mantuvo 12 años en condición de prófugo. Cuando la causa prescribió, sus hijas ya con 21 y 24 años, contaron públicamente la verdad. Las jóvenes lograron entender que que la madre, tras una infidelidad de su marido, había hecho una grave acusación falsa.
A mediados de 2015 se fue a vivir a Córdoba. “Un amigo me facilitó una casa en Carlos Paz”, donde vivió hasta julio de 2019.
El reencuentro en Carlos Paz
María Paz, una de sus hijas, fue la primera en querer contactarlo, el 17 de diciembre de 2018, día de su cumpleaños.
“A través de un amigo, Flavio Serra, que era la única persona que sabía dónde yo estaba, me pude comunicar por WhatsApp y después reanudé el contacto por videollamadas. Para mí, fue uno de los momentos de mayor emoción”, admite.
Las hijas suponían que su padre continuaba en Chile. Como él esperaba con ansias la prescripción de la acción penal -que se dio recién a principios de este año- prefirió mantener en secreto su lugar de refugio.
Las hijas comenzaron a pedirle al hombre fotos de la casa, del entorno donde vivía, y lo terminaron rastreando hasta Carlos Paz, para generar el contacto que finalmente se dio en la clandestinidad.
“Hoy mis hijas no son las nenitas de 2 y 5 años, están bien, pero quedaron con secuelas. Tratamos de recomponer la relación y mirar para adelante; no podemos mirar para atrás. Los 17 años que nos sacaron ya no tienen retorno”, asegura el hombre, entrevistado por el periódico La Nueva de Bahía Blanca
“Acá tenemos un tribunal que se jacta de que el 99% de los casos que analiza por abusos termina con culpables, pero a mí me etiquetaron y cuando fui a juicio no había ninguna prueba para condenarme. A mi hija, Mariana, le hicieron hacer una carta de puño y letra, cuando tenía 12 años, recordando cosas que había vivido, durante un mes y medio, cuando tenía 5, y de esa carta se agarraron para la sentencia”, señala.
“Ya no había peligro porque la causa estaba prescripta. Mis hijas publicaron en Facebook una foto con la leyenda “Mi papá es libre” y “yo me enteré más adelante de esa declaración de amor, que me partió el corazón”.
Entre el 9 y el 12 de marzo, Ceferino pudo volver a abrazar a sus dos hijas después de 17 años. “Fue un momento único. Convivimos 10 días después de mucho tiempo”, recuerda.
El libro
Durante los meses viviendo en Mallín ahogado en Río Negro, Ceferino comenzó a escribir su libro “Abuso a la vida”, que resume su historia.
En esos meses el hombre vivió sin ninguna compañía en una pequeña cabaña, aislada del mundo, en medio de un paisaje montañoso en el que no tenía Internet y apenas luz. “Tenía que subir 40 minutos de un sendero de montaña para tomar un colectivo, a las 8.30, que me llevaba a El Bolsón. Iba tres veces por semana a buscar víveres, siempre usaba un nombre de fantasía”, recuerda.
Ceferino escribió el libro para “tratar de sanar lo que llevaba adentro”.
Hoy, Rotili con la causa ya prescripta, volvió a vivir en Bahía Blanca y no tiene trabajo fijo. Sin embargo cuenta con ofrecimientos para dar charlas motivacionales y de supervivencia.
Fuente: La Nueva de Bahía Blanca.