Por Fernando Agüero. La institución del Debate Presidencial obligatorio desde este 2019, a la que se llegó a través de una ley específica, parece ser un salto de calidad para la democracia argentina. Los países con una institucionalidad más anclada en sus historias muestran esta instancia como decisiva a la hora de transmitir a los votantes las ideas de cada candidato, sus promesas y su visión de país. Es un paso adelante, tardío, pero un paso al fin.
En la historia de nuestro país hay escenas que quedaron para la historia: el plantazo de Carlos Menem en la campaña de 1989 a Eduardo César Angeloz en el estudio del programa político más visto de aquellos años, Tiempo Nuevo, que conducían los polémicos Bernardo Neustadt y Mariano Grondona.
El balotaje de 2015 dejó mucha tela para cortar tras el debate que protagonizaron el actual presidente Mauricio Macri y el candidato del peronismo, Daniel Scioli. Cuatro años después, las redes sociales siguen replicando esas imágenes.
Más cerca en nuestra historia provincial, sólo se llevaron a cabo dos (uno a medias): el primero en la previa del balotaje entre Ricardo Obregón Cano (PJ) y Víctor Martínez (UCR), que terminó ganando el primero en 1973. Y el segundo se concretó en 2007 entre tres de los candidatos: Juan Schiaretti, Luis Juez y Mario Negri.
En muchas ciudades del interior provincial se establecieron debates más por vocación de medios periodísticos o instituciones educativas que por una determinación de los estados municipales a través de sus poderes legislativos. La idea general de la clase política es que quienes están en el poder o tienen encuestas que los dan en una buena posición esquivan esa instancia y prefieren campañas más chatas.
No hay muchos antecedentes en Carlos Paz, por ejemplo, de un debate con todos los candidatos presentes. Hubo intentos de la Cooperativa Integral que no contaron con el candidato del oficialismo de Carlos Paz Unido, hubo presentaciones en instituciones educativas en las que no se dieron cruces entre candidatos y sí hubo un debate entre todos postulantes a Defensor del Pueblo en 2013 organizado por el programa político Forum.
La idea de una democracia participativa y abierta queda muchas veces en el discurso y se impone más una teoría del poder que deja de lado instancias de intercambio, de -justamente- debate de ideas y búsqueda de consensos para establecer políticas de estado sin un color político o ideológico preponderante y con el interés de la comunidad puesto adelante de todo.