Optimizar el tiempo es de alguna manera alargar la vida, y sobre todo en la actualidad cuando todo parece suceder de una manera acelerada y vertiginosa. El ritmo de la actividad cotidiana hace que, por instantes, parezca imposible manejar nuestro tiempo personal y aprovecharlo mejor. Sin embargo, defender el derecho a decidir sobre nuestro presente es la clave para recuperar el tiempo perdido y aprender a administrar lo que constituye un tesoro invalorable. Porque la verdad es que el tiempo es mucho más que oro: es vida misma, lo cual no tiene precio.
El tiempo es algo que la mayoría de las personas considera que nunca se agota. Sin embargo, cuando caemos en la cuenta en realidad hemos perdido más tiempo de que hemos aprovechado productivamente. Por eso es importante respetar el tiempo comenzando por hablar de él con propiedad y exactitud. Frecuentemente solemos decir “será sólo un minuto”, cuando está claro que casi nada en este mundo se hace en un minuto.
Hablar con más precisión implica pensarlo también de esa manera. Y la precisión permite valorar el tiempo y ser realista respecto de lo que verdaderamente necesita cada cosa.
Porque lo cierto es que gestionar el tiempo equivale a ni más ni menos que a ampliar nuestros límites temporales, aprendiendo a vivir de manera más intensa. Esto implica una extensión de los espacios personales, que se agregarán a nuestra posibilidad de elegir qué hacer o qué dejar de hacer. Es como si de golpe disponemos de más dinero y debemos decidir en qué queremos invertirlo; lo mismo sucede con nuestro tiempo.
Tres claves para ganar tiempo
- La organización es el primer paso para ganar tiempo. El vértigo contemporáneo nos arranca de las manos el manejo de nuestro tiempo. Lograr y mantener una buena organización nos devuelve el poder de decisión sobre lo que hacemos, su duración y su sucesión a lo largo de cada día.
- El segundo paso tiene que ver con decidir sobre nuestras actividades frente a las opiniones y obligaciones de los demás. Una mala organización de los tiempos personales, lo cual es común a la mayoría de las personas, implica un desorden que se presenta de una manera muy clara y concreta: la invasión.
Personas desordenadas irrumpen en nuestra vida diariamente y, si lo permitimos, nos harán desperdiciar en ellas más tiempo del necesario. No debemos dejarnos arrastrar a la desorganización ajena, e impedir que nos afecte. - Finalmente, debemos aprender a disfrutar del tiempo que ganamos. No se trata de hacer ciertas cosas más rápido para agregar otras al desorden. No se trata de hacer más o hacer menos, sino de saborear las vivencias que nos ofrecen nuestras actividades, de la clase que sean. Sólo teniendo un grado importante de conciencia y dominio sobre cada momento presente, podremos disfrutarlo. De nada sirve pensar en qué haremos en el futuro cuando en realidad no estamos perdiendo de vivir el aquí y ahora. Esa es una de las formas en que más tiempo se pierde: divagando sobre cosas que aún no han sucedido.
La agenda: Una herramienta imprescindible
Para una adecuada organización de nuestro tiempo es preciso contar con determinadas herramientas que nos permitan facilitar las cosas y establecer un orden de prioridades y obligaciones. Para ello nada mejor que una buena agenda, compañera inseparable de aquellos que desean ganar tiempo y organizar sus tareas; son útiles tanto las tradicionales como las que incluyen los celulares.
La agenda permite visualizar las proyecciones de nuestra actividad y mantener una organización eficaz. Las conductas básicas respecto de nuestra agenda incluyen:
- Mantenerla en orden y limpia, siguiendo una disciplina que asegure que su uso (modificaciones, entradas nuevas, etc.) no la irá convirtiendo en una suerte de libro secreto e indescifrable.
- Revisarla cada noche para planear la actividad del día siguiente.
- Utilizarla de manera que abarque todos los aspectos de la persona. No debe ser solamente un listado de citas de trabajo. Debe abarcar tanto las obligaciones como el placer y el ocio, las relaciones sociales, la diversión. Hay que ver la vida como un todo que debe combinarse de la mejor manera posible.
Una buena agenda es fundamental para aprovechar al máximo cada día y confirmar si estamos cumpliendo nuestros objetivos; también ayuda a aprender a centrarse en lo importante, y resulta un buen aliado en una organización y administración inteligente del tiempo.