Que el Rally Mundial de Argentina es, por peso propio, el evento más importante que alberga la provincia año a año, no es una novedad. La continuidad en el tiempo, teniendo a Córdoba como sede de 35 de las 38 ediciones refuerza esa circunstancia.
A los 1200 millones de pesos que dejó el evento en materia turística según las estimaciones de la Agencia Córdoba Turismo, se suma la enorme promoción que implica mostrar las bellezas naturales de la provincia a través de las imágenes de la WRC, las publicaciones y programas de televisión especializados, sino también el hecho de ubicar a la ciudad de Carlos Paz y a la provincia en un mapa internacional que nos tiene en las penumbras del flujo turístico internacional.
Ahora bien, a la hora de analizar lo que dejó de manera extra deportiva el Rally Mundial, hay claroscuros, puntos bajos y altos que no deben soslayarse o quedar sumergidos por debajo del mero conformismo de un éxito en seguridad en los tramos de competencia deportiva.
Como gran acierto, la organización planteó el Súper Especial en Carlos Paz. Una ciudad que turísticamente vive del movimiento y del ruido, recibió con los brazos abiertos la competición y no defraudó en lo organizativo, mas allá de las demoras e inconvenientes que se produjeron en el tránsito durante el pasado jueves.
Sin embargo, una cosa es tener que desviar tres o cuatro cuadras y transitar 20 minutos a paso de hombre por la ciudad, a raíz de estos inconvenientes, y otra muy distinta es aislar un sector de la provincia por la carrera.
Desde personas que querían llegar a la capital por trámites, por necesidades personales, por cuestiones médicas a los turistas que en un semana largo querían pasear por uno de los caminos más atractivos que tiene la provincia, o llegar a Traslasierras como destino final de sus vacaciones, el cierre de la ruta 34 a la altura de El Cóndor el pasado viernes por la tarde hasta el sábado al mediodía, se saca un cero enorme en esta evaluación.
Supeditar la vida de toda una región de la provincia, que necesita del contacto con la capital por múltiples motivos como los señalados en el párrafo anterior, o aislarla de su contacto con los turistas teniendo en cuenta la importancia que tiene esta industria sin chimenea para la zona, fue un gran error.
La falta de comunicación en la toma de la medida, ya sea por errores internos o una toma de decisión apresurada, generó estos inconvenientes en general, a los que se suman los que sufrieron muchos fanáticos de la carrera. Algunos debieron acampar sobre la ruta, con los peligros que la misma policía había señalado evitar, otros decidieron volverse ante la imposibilidad de ingresar al tramo, mientras que algunos ni siquiera llegaron a ver la carrera cuando el sábado les cerraron nuevamente el acceso.
No hay dudas que la organización de la carrera tiene que tener su importancia en la toma de decisiones. Pero debería haber alguien con una visión mas general del panorama como para evitar que se perjudique a propios y extraños, todo por priorizar la seguridad de un tramo.