Romina Andrea Bilarte se perdió a los tres años en la selva misionera y la encontraron con vida seis días después. (Foto: gentileza Reuters/El Territorio).

En diciembre de 1996, Romina Bilarte sobrevivió seis días sola en el monte y después contó que los monos le daban fruta para que comiera.

De acuerdo con lo informado por TN, el 8 de diciembre de 1996, el día que se perdió, Romina Andrea Bilarte tenía apenas tres años y la atención mediática de todo el país se hizo eco de la desesperación de su familia en un pequeño pueblo de la provincia de Misiones.

A medida que las horas transcurrían y la búsqueda no obtenía resultados, el padre de la joven se convirtió en el primer y único indicio de las hipótesis más oscuras. A punto de cumplirse una semana de la desaparición, una corazonada de su mamá facilitó que la historia tuviera un final feliz.

A Romina la encontraron el 14 de diciembre, durmiendo junto a un árbol añoso, deshidratada y semidesnuda, pero con vida. La odisea de sus días a la intemperie incluyó un ataque de perros salvajes, un rescate sorprendente y una familia de monos que la ayudó a alimentarse. Los medios titularon en aquel momento que fue la protagonista de un verdadero milagro.

Romina fue encontrada sana y salva tras pasar seis días perdida en la selva misionera. (Foto: Reuters).

El comienzo de la pesadilla

El día que se perdió era domingo y su mamá había salido con sus dos hermanos mayores para ir a la escuela, donde celebrarían en un mismo acto el cierre del año escolar y el Día de la Inmaculada Concepción.

Romina se había quedado en la casa con su papá, pero, en un momento de distracción del hombre, se fue corriendo para intentar alcanzar a su mamá y después no supo encontrar el camino de regreso.

Según remarca TN, cuando el padre notó su ausencia, salió a buscarla desesperado; sin embargo, lo único que encontró fueron rastros de sangre y pedazos de la ropa que llevaba puesta la niña ese día. Así comenzó la pesadilla y la lluvia que cayó por la noche le sumó dramatismo a las primeras horas de angustia.

La sospecha que recayó sobre el padre

Con todas las hipótesis abiertas, la investigación apuntó rápidamente contra el padre de Romina, la última persona que la había visto. El hombre fue interrogado varias veces por la policía y señalado también por sus propios vecinos del paraje Colonia Seguín.

“Hasta el pastor de la iglesia le dijo a mi marido que cuente la verdad y que diga dónde le enterró a la nena. Pero Romina era todo para él, su preferida”, reveló tiempo después Laura Krause, la mamá de la nena, a un medio local.

Y añadió: “Él sufrió y aguantó el doble que yo, porque era sospechoso. La Policía estuvo a punto de levantar la búsqueda y le iban a llevar preso”.

La corazonada y el milagro

La preocupación iba en aumento con cada día que pasaba sin novedades de Romina y la noticia ya había llegado a los medios nacionales. Tal fue la repercusión que un tío que vivía en San Pedro apareció en el pueblo el 13 de diciembre para sumarse a la búsqueda.

El papel de este pariente fue determinante para el avance que tuvo el caso. Él fue el primero en confiar en una suerte de presentimiento que había tenido la madre de la menor. “Yo escuchaba que ella (Romina) me llamaba, pensaron que estaba quedando loca. Hasta que mi cuñado Cacho me preguntó de dónde venía el pedido de auxilio y le dije para el lado de la vertiente, donde llevábamos a los animales, a unos cinco mil metros de casa”, recordó Krause.

Según su testimonio, el hombre le respondió convencido: “Si vos escuchaste, ella tiene que estar viva, yo te voy a traer a tu guaina”. Y salió solo a buscarla en esa dirección.

El tío encontró a Romina cuando se cumplían seis días de su desaparición, dormida al pie de un árbol, medio escondida entre la maleza. “Lo primero que dijo fue ‘papi, me trajiste caramelos’, porque pensó que era el papá”, detalló la madre sobre aquel tan esperado momento.

La recuperación de Romina después de que la encontraron llevó casi dos meses de internación en el Hospital Samic de Oberá, donde también recibió contención psicológica por el trauma que había sufrido.

El episodio, en primera persona

Pasado el terror, Romina volvió a su casa y muy de a poco a la normalidad. Actualmente, tiene 31 años, formó su propia familia y le escapa a la atención de los medios, que periódicamente vuelven a buscarla para repasar el milagro.

Recién en 2016, rompió el silencio con un periodista de El Territorio y reconoció que tenía unos pocos recuerdos fragmentados de aquella semana que estuvo perdida en la selva misionera.

“Me acuerdo de que los perros me corrieron y me mordieron mucho, hasta que apareció un caballo que los pateó y se fueron corriendo. Ese caballo me salvó”, aseguró con una sonrisa espontánea.

Romina y su mamá, Laura Krause. (Foto: gentileza El Territorio).

Su relato coincide con las declaraciones que oportunamente había hecho su padre el día que desapareció, cuando salió a buscarla y afirmó haber escuchado los ladridos de unos perros y el relincho que un caballo que parecía enfrentarlos.

En la misma entrevista, la madre de Romina expresó cómo fue que ella les contó la forma en la que había conseguido alimentarse durante esos dramáticos días. “Estábamos viendo televisión, no sé si una película o un documental, y aparecieron unos monitos. Romina saltó de la silla y corrió a la tele para ver bien de cerca. Tocaba la pantalla y se reía. Decía que ellos le dieron comida en el monte, le dieron frutas. Fue algo muy emocionante”, remarcó.

 

 

Fuente y fotos: TN