Sentir lumbalgia en forma repetida podría ser el signo de que afecta una patología reumatológica. Es primordial su detección temprana y un tratamiento precoz para evitar daños irreversibles.

La espondiloartritis axial es una enfermedad de origen inflamatorio que se caracteriza por provocar dolor recurrente en la espalda baja (lumbalgia). Si bien el dolor de espalda es una afección muy frecuente, si permanece más de tres meses en personas menores de 45 años, podría deberse a esta enfermedad crónica y de origen inflamatorio.

La espondiloartritis axial es un tipo de artritis de la columna vertebral. Provoca inflamación entre las articulaciones de las vértebras y las que se encuentran entre la columna y la pelvis.

Los síntomas más frecuentes son dolor y rigidez en la parte baja de la espalda o cadera, aunque, con el tiempo, también pueden aparecer en otras áreas de la columna vertebral. En general, el dolor empeora durante los períodos de descanso o inactividad -a la noche o después de estar sentado mucho tiempo- y suele generar rigidez lumbar matutina que mejora en el transcurso del día.

Otros síntomas pueden incluir:

Dolor, rigidez e inflamación en otras articulaciones; dificultad para respirar por el dolor que ocasionan las articulaciones inflamadas que conectan las costillas afectadas; cambios en la visión y dolor en los ojos. También se produce una inflamación en el ojo denominada uveítis; dolor en glúteo alternante; cansancio extremo; pérdida del apetito y de peso; erupciones cutáneas y/o dolor abdominal y deposiciones líquidas.

El sábado pasado se recordó el Día Mundial de la espondiloartritis axial y el lema de este año fueron los “Signos y Síntomas”, propuesto por la Federación Internacional de la Espondiloartrits Axial (ASIF, por sus siglas en inglés).

El objetivo fue centrarse en los signos y síntomas porque el reconocimiento y la comprensión tempranos de estos indicadores pueden afectar significativamente las vidas de las personas afectadas.

Una mayor concientización puede acelerar el diagnóstico, permitiendo una intervención y un tratamiento oportunos y, en última instancia, mejorando la calidad de vida de quienes viven con esta enfermedad. A través del lema de este año, se espera capacitar a las personas para que reconozcan síntomas potenciales, busquen atención médica temprana y fomenten una comunidad de apoyo que comprenda y aborde los desafíos de la espondiloartritis axial.

“El diagnóstico temprano es de suma importancia. Teniendo en cuenta que es una enfermedad crónica y que puede generar discapacidad en las personas que la sufren, un diagnóstico temprano permite comenzar con un tratamiento oportuno y de esa forma evitar futuras complicaciones. Los pacientes pueden tener compromiso de las articulaciones periféricas (ej: rodillas, caderas, tobillos), de la visión, del tubo digestivo, de la piel, entre otras”, explica Hernán Maldonado Ficco, médico Reumatólogo de la Clínica del Sud, jefe se la Sección de Reumatología del Hospital San Antonio de Padua (MP: 32234/4 – MN: 127156).

Diagnóstico

El tiempo promedio para el diagnóstico de la enfermedad es de siete años desde la aparición de los primeros síntomas. Durante este período pueden producirse daños irreversibles si no se indica el tratamiento adecuado. En las mujeres puede llevar tres años más diagnosticarla, ya que existe una falsa creencia de que la espondiloartritis axial afecta, principalmente, a los hombres.

Los factores que pueden aumentar el riesgo de desarrollar la enfermedad son: antecedentes familiares y genética con presencia del HLA B27 en algunos pacientes; edad, ya que la mayoría de las personas presentan síntomas antes de los 45 años; sexo, ya que los hombres tienen más probabilidad de tener espondiloartritis axial que las mujeres, y otras afecciones, porue las personas que tienen enfermedad de Crohn, colitis ulcerosa, psoriasis o uveítis pueden ser más propensas a desarrollar la enfermedad.

Un diagnóstico tardío demora el acceso a un tratamiento adecuado de la enfermedad e impacta notablemente en la calidad de vida de los pacientes. El 64 poor ciento de las personas con esta enfermedad sufre de depresión y el 75 por ciento tiene dificultades para encontrar trabajo o más probabilidades de dejar de trabajar.

“Numerosos estudios han demostrado que los pacientes que sufren de esta patología ven afectada su calidad de vida, tienen mayor deserción laboral y alteraciones en las relaciones sexuales, si se los compara con personas sanas. El dolor lumbar es de características inflamatorias, es decir, empeora con el reposo, despierta al paciente de noche, genera rigidez matutina, mejora con el ejercicio y con la toma de AINEs (antiinflamatorios no esteroides). No es un dolor invalidante, sino que mejora cuando el paciente comienza a movilizarse.”, asegura Maldonado Ficco.

El objetivo del tratamiento es maximizar la calidad de vida mediante el control de síntomas y signos de la enfermedad, preservando el daño estructural y la funcionalidad a largo plazo.

“El tratamiento de esta patología mejoró en forma considerable en los últimos 20 años.
Las terapias actuales constan de un tratamiento farmacológico y de otro no farmacológico, como es la actividad física, pilar fundamental en el abordaje de la enfermedad. Con respecto al tratamiento farmacológico, los pacientes suelen iniciarlo con antiinflamatorios no esteroides. En caso de no haber respuesta, se debe cambiar a otro tipo de terapia como los biológicos o las medicaciones orales dirigidas que bloquean diferentes mecanismos de inflamación. Vivir con esta enfermedad puede causar muchos problemas y repercutir significativamente en la calidad de vida del paciente. Es fundamental consultar con un especialista y tratar de forma temprana y efectiva la enfermedad para mejorar los resultados clínicos”, explica el profesional.