Una serie de restos hallados frente a las costas del partido bonaerense de Necochea no son compatibles con ningún buque de superficie hundido y podrían corresponder a un submarino de características similares a los utilizados por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial, por lo que se recomendó la extracción y análisis de parte del material para precisar su origen.
“A partir de filmaciones y fotografías analizadas, la conclusión es que los restos hallados no tienen coincidencias con lo que podría ser un hundimiento de algo similar a un pesquero, una draga, un petrolero u otro buque de superficie, por lo que se puede inferir, aunque no afirmar de manera categórica, que estamos ante algo similar al hundimiento de un sumergible”, dijo Juan Martín Canevaro, presidente del Consejo Profesional de Ingeniería Naval (CPIN).
El ingeniero naval, exdirector nacional de Vías Navegables y exresponsable de la reparación del rompehielos Irízar en Tandanor, llevó adelante esta pericia técnica durante casi un mes y medio junto a su colega Andrés Miguel Cuidet, a partir de un pedido cursado por un grupo encabezado por el escritor e investigador Abel Basti.
Según explicó Canevaro, en el informe que realizaron determinaron que “no se encuentra en los restos hallados detalles de cosas que puedan demostrar que es un buque de superficie”.
En ese sentido, precisó que “si fuese un pesquero no hay cabrestantes” ni dispositivos mecánicos para arrastrar redes y “tampoco hay pórticos de popa, ni superestructura de habitabilidad”.
Los restos fueron hallados a 3 kilómetros de la playa, en la zona ubicada entre Costa Bonita y Quequén, al norte de Necochea.
“Si fuese un petrolero no vemos ni tuberías sobre cubierta para trasvase de tanques, ni nada parecido; si fuese un carguero faltarían las escotillas o tapas de las bodegas, y si fuese una draga o un remolcador sucede lo mismo, no hay elementos que sin dudas deberían hallarse”, señaló.
En cambio, precisó, en las fotos e imágenes que analizaron, “hay rastros muy parecidos a restos de un sumergible”, entre ellos “algo muy parecido a un periscopio, a una torreta”, así como a “vitas” muy chicas, que son las puertas ubicadas en la vela de un submarino, y un ojo de buey de la misma sección.
“Por eso hay altas chances de que, como no es un buque de superficie, pueda ser un sumergible. Pero a su vez, nosotros analizamos imágenes, no objetos concretos, por eso recomendamos en las conclusiones que se extraiga parte del material hundido para poder cotejarlo. Sobre todo, teniendo en cuenta que el hallazgo fue a una profundidad de unos 30 metros y bastante cerca de la costa”, indicó.
“A mí me muestran fotos, me muestran una filmación, que marcan el punto de hallazgo y tengo que suponer que eso es cierto. Analizo un conjunto de filmaciones y fotos. De acuerdo al análisis, a medida que buscamos más información, uno se da cuenta de que hay cosas que son lógicas pero como no puedo certificarlo, tengo que recomendar que se tomen muestras y decir si esto es así o no”, agregó.
El descubrimiento
Según pudo reconstruir Télam, el punto de ubicación de los restos fue descubierto en 2009 por Enrique Vicente Silva, un exmilitar y pescador de la zona, quien detectó entonces con la ecosonda de su embarcación costera una elevación de cerca de 4 metros sobre el lecho marino, en un sitio sin marcaciones de naufragios registradas en las cartas náuticas oficiales.
Silva contó a esta agencia que tuvo “una corazonada” desde entonces y regresó al lugar tiempo después con una lancha de menor porte y tras lanzar unas líneas de pesca “enganchó en el fondo restos de óxido”.
El dato llegó incluso a oídos de un periodista dinamarqués que trabajó un tiempo en la zona junto a él, tratando de precisar de qué se trataba.
En 2021, luego de ponerse en contacto con Silva, Basti -autor entre otros de libros como “El exilio de Hitler” y “La segunda vida de Hitler”- y un grupo denominado “Eslabón Perdido” confirmaron la presencia de una estructura “muy desarmada” a unos 28 metros de profundidad, tras una inspección con una sonda de barrido lateral.
Según estimaciones realizadas, correspondía a una embarcación de cerca de 80 metros de largo por entre 6 y 8 de ancho, con un alto grado de deterioro.
A partir de una presentación realizada en marzo último ante Prefectura en Quequén por parte de Basti para que el hallazgo fuera investigado, se produjo un alejamiento del grupo “Eslabón Perdido” por parte de Silva y los otros miembros.
En junio, PNA realizó de todos modos en los primeros días de junio una inspección técnica en el lugar con buzos, con intervención del Guardacostas de Salvamento PNA SB 15 “Tango” y el apoyo de Guardacostas PNA GC 68 “Río Paraguay”.
Según informaron fuentes de la fuerza, en el procedimiento se “visualizaron restos náufragos consistentes en estructuras de aparente estado ferroso, con un alto grado de deterioro, sin poderse precisar su ubicación exacta, por falta de visibilidad, el grado de enterramiento de la estructura y la acumulación de sedimentos”.
“No se registran otros indicios que permitan determinar tipo ni origen de los restos náufragos del navío”, precisaron, tras el análisis de más de ocho horas de filmaciones y gran cantidad de fotografías.
Tras acceder a ese material, Basti y su grupo de colaboradores se contactaron con la CPIN, y solicitaron una lista de especialistas para encargar una pericia técnica de manera privada.
Canevaro y Cuidet fueron asignados para la tarea, que fue realizada ad honorem, y arrojó un informe de cerca de 20 páginas, al que se sumó documentación, fotos y planos utilizados por ellos para comparar las imágenes con posibles partes o secciones de U-Boot (“Unterseeboot”), embarcaciones sumergibles utilizadas por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial.
Canevaro explicó que la pericia y sus conclusiones se basaron centralmente en fotografías aportadas por Basti y PNA, y no tanto en las ocho horas de filmaciones tomadas por los buzos de la fuerza de seguridad, porque “los videos tienen mucho movimiento por los sedimentos, y no son tan fieles”.