Una hipótesis: el infierno existe y es como Krakovia este sábado a la noche, con un calor de órdago, chicas sensuales, olor a aceite quemado y rock, mucho rock.
La fecha que cerró Viticus ya en la madrugada del domingo fue un verdadero festival, una celebración del género. No era para menos: a los 69 jóvenes años, el Canciller festeja nada menos que medio siglo con el rock, y lo hace rockeando, que es lo que más sabe.
“Es un placer está acá. Celebremos” arengó un Vitico de pocas y justas palabras antes de desatar una andanada de clásicos bien rockeros, de esos que pegan en el pecho. Grandes temas de todas las épocas de Riff, por ejemplo, la banda que compartió con el recordado Pappo –qué falta le hace el Carpo al rock nacional-, tres gemas nuevas (de un disco ya grabado que verá la luz en marzo o abril) y clásicos de la propia banda que completan su sobrino Sebastián y Gastón Videla en guitarras, y el incansable Jerónimo Sica en los parches.
“No me fue muy bien en el extranjero” fue el primer clásico de Riff que hizo delirar a un local especialmente ambientado para la ocasión: motos viejas colgadas del techo con cadenas –Triumph, Gilera, Harley-, varios Chevrolet aguerridos y festejados números de pole dance o baile en barra o baile del caño, como prefieran llamarlo. Pero centralmente de música trataba una fecha que tuvo varias bandas soportes –GTX, Camus, entre otras- y un cierre plagado de remeras negras y hard rock.
Y claro que la hubo. “Mal romance” y “Equilibrio” –tema nuevo- siguieron en la ladoista, hasta que sonaron los acordes de “Ruedas de metal” y literalmente Krakovia explotó. Acordes a la temática de rock y fierros, también hubo tiempo para “Voy a pasar a buscarte”, “La autopista” y “No detenga su motor”, dedicado a Pappo, cuya imagen sobrevoló toda la noche. “Fugitiva”, “Aquella estrella” y “Mucho por hacer” formaron parte del cierre de la lista, junto a “Sube a mi voiture” y “Un legendario”. Y los bises fueron simplemente demoledores: “No obstante lo cual”, “Sucio y desprolijo”, “Que sea rock” y “Es tarde”, todos clásicos que alguna vez cantó Pappo.
Tarde, ya, o bien temprano –según como se mire- las motos rugían, la Chevy SS bramaba, el calor no aflojaba y las chicas seguían robando miradas. Viticus pasó por Córdoba y dejó su marca en un infierno que existe, si, y que estuvo encantador.
Texto: Adrián Camerano