L. es una vecina de Villa Carlos Paz, madre de S., una niña de 12 años. Desde hace 16 años, la mamá envía a sus hijas a la escuela Manuel Belgrano de la ciudad para educarse, (primero a su hija mayor,- que terminó su ciclo sin inconvenientes- y luego a S que se encuentra finalizando sexto grado).
Y hoy denuncia una situación de bullying que vive S. desde hace casi un año. Desde el comienzo de su sexto grado, en marzo de 2021, la pequeña es víctima de acoso escolar, tiene ataques de pánico, y le escribió una carta a su madre, expresando “la pesadilla” que vive a raíz del trato de algunos compañeros.
L. contó a Carlos Paz Vivo que las docentes y autoridades de la institución están al tanto del acoso escolar y las consecuencias que esto trae aparejado en la salud psíquica y emocional de su hija. Pero apuntó que “no dieron ningún tipo de respuesta para hacer frente a la problemática y solucionarla definitivamente”.
Esa es la sugerencia de los especialistas en estos casos, para el cese de la violencia y lograr nuevamente el bienestar tanto de la niña víctima del acoso, como de todos los chicos y chicas involucrados en la situación.
El acoso y sus efectos
“A S. le dejan mensajes intimidantes en distintas partes de la escuela, la insultan en forma permanente, se burlan de ella cuando presenta un trabajo en clase, la dejan afuera de las actividades escolares y extraescolares. No le permitieron ir a un campamento que organizó todo el grupo por dos nenes que ejercen bullying sobre ella, junto a un grupo, logrando el silencio y el consentimiento del resto“, relató la madre con angustia sobre lo que su hija debe vivir a diario como alumna de la escuela Manuel Belgrano.
Los efectos que el acoso escolar le producen a esta niña, -en palabras de L- son desgano, llantos constantes y dolores físicos y psíquicos, entre otros.
“Durante el año estuve haciendo reclamos en la escuela por las cosas que me contaba mi hija, por lo que le hacían. Pero los primeros síntomas fueron cuando S. no quiso ir más a la escuela. Empecé a sospechar que algo raro estaba pasando. Empezó a somatizar la angustia. Cada vez que tenía que ir al colegio tenía vómitos, fiebre, etc. La llevamos al médico, y ella estaba bien en lo físico”, comentó la mamá.
Después de las vacaciones de invierno, S. comenzó a tener ataques de pánico. “Es algo espantoso, nunca me imaginé que mi hija, tan chiquita, podía pasar por eso. Además llegaba de la escuela y le daban ataques de llanto muy fuertes. Me llegó a escribir cartas donde manifestaba su estado de ánimo y en una ocasión me dijo que no quería seguir viviendo así”., admitió.
L. sostuvo además, que después de cada uno de esos episodios, le contó y brindó testimonios de lo que le pasaba a su hija, a la directora de la institución y a la maestra de S, pero que hasta ahora, no se planteó ninguna solución al problema. “Tanto la maestra del grado como la directora tienen los videos, las cartas, toda la información. Hemos quedado en hacer un acta pero la directora terminó diciendo que era quizás mejor no llamar a los padres de estos nenes, porque iba a ser peor, pero ellos tendrían que haber tomado una medida al respecto”.
Asimismo, la mamá expresó: “La directora está al tanto de todo. En una oportunidad, argumentó que no se puede poner de un lado o del otro, que a ella le llegan diferentes versiones de los padres y que no puede hacer nada. Además, dijo que le llama la atención que no soy constante en mis pedidos, que a veces digo que la cosa mejora…, pero esto no puede seguir así “.
Y respecto al rol de los adultos, continuó: “Muchos padres son sumisos, otros hablaron conmigo para mostrarme su apoyo, pero el acoso no se termina”.
El origen
Según L., todo el origen del acoso escolar de S., comenzó cuando ella se salió de un grupo del curso de su hija, por tener diferencias con dos mujeres, que son las madres de los niños que ejercen principalmente bulliyng sobre su hija.
“Con la mamá de uno de estos niños hemos tenido diferencias, ella no lo tomó bien y yo decidí retirarme, porque no quise involucrarme en situaciones de violencia, por eso me fui y creo que desde ahí todo fue para peor”, recordó.
Sin campamento
Finalmente, L. decidió contar públicamente la situación que vive su hija en la escuela dado que a fin de año el curso de S, si bien no pudo hacer viaje de estudio, organizó un campamento para cerrar de ese modo el ciclo, junto a todos los compañeros y S fue excluida del mismo.
“Me enteré hace una semana de este campamento, porque la seño del curso habló del tema y también algunas amigas de S.. Empiezo a ver la forma de averiguar, de pagar, de ver la posibilidad de que mi hija asista para que también pueda participar y me comuniqué con los dueños y trabajadores del lugar, para sumar a S., ya que ella se sentía mejor, tenía ganas de ir”, detalló la mamá y aseguró: “Lamentablemente, me respondieron que no podían dejar que ella participe a pedido de dos madres del grupo, y que el contrato para el campamento ya estaba firmado. No se podía sumar a S, porque no toman reservas individuales. Si no había autorización de esas mamás, mi hija no podía ir, por lo tanto, la dejaron afuera.”.
Por último, dijo: “Me comuniqué con las madres para pedirles que le permitan asistir a S. al campamento y me bloquearon de sus celulares, sin motivo alguno ni explicación. Hoy mi hija está angustiada en su casa y fue totalmente excluida del lugar, sin posibilidades de disfrutar con sus compañeros. Está muy triste y deprimida por no poder compartir con sus amigas este momento especial”.
Según la madre, la institución “se lavó las manos luego de este episodio y el acta que pedí firmar para que quede todo el registro de la situación, no la pude firmar por distintos motivos. Tampoco se acercó a mí alguien de Inspectoría de la escuela. Mientras tanto, S. está con terapia psicológica y una situación de vida muy fea, que tal vez sea irreparable para sus recuerdos, el día de mañana”.