Así lo expresaron los cónsul argentinos de esas localidades brasileras. Tres de las ciudades más conocidas por los argentinos y codiciadas por sus playas, como Río de Janeiro, Florianópolis y Recife (Brasil), están en el grupo de las más delicadas por la alta ocupación de camas por Covid-19.
Según detalló La Nación, expertos sanitaristas advierten que las tradicionales reuniones de fin de año y las Fiestas pueden deteriorar aun más el cuadro en las próximas semanas.
El escenario cambió en pocas semanas. Desde comienzos de noviembre Brasil enfrenta una aceleración sostenida en el ritmo de contagios. La media diaria de infecciones llegó a 43.000 casos anteayer, la tasa más alta desde el 16 agosto. Para los científicos no se trata, en rigor, de una “segunda ola” sino de un repunte de la primera, que el país nunca superó.
“El panorama para viajar a Río de Janeiro no es oportuno en este momento”, dijo Claudio Gutiérrez, cónsul general de la Argentina en esta ciudad.
La ciudad postal de Brasil enfrenta un cuadro preocupante, que no condice con los miles de cariocas que, despreocupados, han disfrutado de días de sol en las playas las últimas semanas.
El 93% de las camas estaban ocupadas hace unos días y 198 personas permanecían en fila de espera para recibir cuidados intensivos en la red pública de salud. En el sistema privado el porcentaje de ocupación de camas ocupadas era de casi 100%.
Restricciones
La alcaldía de Río anunció esta semana restricciones en el uso de áreas compartidas en predios y escalonó horarios para la industria y el comercio, pero las playas y restoranes continúan funcionando igual.
El Reveillón de Copacabana, que es la tradicional quema de fuegos artificiales del 31 de diciembre a la medianoche y los desfiles de carnaval, dos de los principales eventos de Río, fueron suspendidos hace varias semanas.
El consulado argentino en Río recomienda que quienes estén decididos a viajar lo hagan con un seguro de salud. “Por la alta ocupación de camas, quienes contraigan el coronavirus acá pueden quedar en una situación de fragilidad”, advirtió Gutiérrez.
Brasil fue uno de los primeros países en reabrir las fronteras aéreas a turistas, el 29 de julio. En un comienzo se exigía a los visitantes un seguro de salud válido por el período del viaje, pero ese requisito fue eliminado en octubre.
Actualmente no se pide examen PCR ni tampoco se debe cumplir cuarentena. Por tierra, las fronteras continúan cerradas.
Gustavo Coppa, cónsul general de Argentina en Florianópolis, aseguró que más que nunca será necesaria la responsabilidad de los turistas para minimizar riesgos.
“Estoy confiado en que la gente que decida venir investigará antes cómo está la situación. Es necesario un turismo muy responsable. El ingreso a Brasil tiene que ser muy bien pensado y con una preparación que incluya un seguro de salud”, aseguró Coppa.
En la capital de Santa Catarina, el 93% de las camas de terapia intensiva estaban ocupadas, con apenas 11 disponibles, de acuerdo con las últimas informaciones de la alcaldía. Brasil ha registrado más de 180.000 muertos por Covid-19, el segundo mayor número de fallecidos en el mundo detrás de los Estados Unidos.
Adicional
Para quienes opten por viajar de cualquier manera, las vacaciones tendrán, además, un costo adicional. A quienes reingresen a la Argentina a partir del 16 de diciembre se les exigirá presentar un examen de PCR con resultado negativo, realizado 72 horas antes del embarque.
En Río, donde la demanda por esas pruebas es muy alta, el PCR parte de los 50 dólares y puede llegar a 180 dólares, dependiendo del plazo en que los laboratorios entregan el resultado.
Coppa espera un verano con poca presencia argentina, al menos en diciembre y enero, por el contexto atípico y las dificultades para llegar debido al cierre de la frontera terrestre y a la interrupción de vuelos directos entre Florianópolis y Buenos Aires, que serán retomados el 1° de enero con menor frecuencia a la habitual.
“Es una situación muy especial, la gente que decida venir se pondrá en un riesgo un poco mayor que otras temporadas”, concluyó el cónsul en Florianópolis.
Fuente La Nación