Por Sol Castro. El domingo pasado, la tira televisiva 100 días para enamorarse ganó el Martín Fierro de Oro. Una vez más la ficción logró llevarse el galardón más anhelado de la pantalla catódica argentina.
Además, la producción de Underground obtuvo otros cinco premios, entre los cuales se encuentran Mejor Ficción Diaria y los protagónicos en Mejor Actriz y Actor de Ficción Diaria.
¿A qué se debe? Varios son los motivos, pero quizás el que más interese destacar aquí, es que la comedia romántica creada por Sebastián Ortega, Pablo Culell y protagonizada Carla Peterson, Nancy Dupláa, Juan Minujín y Luciano Castro, con Pablo Rago y Maite Lanata, entre otros, supo cómo incorporar a su guión, todos los temas que interesaban en su momento a la sociedad argentina.
Por primera vez se habló abiertamente en un programa popular de TV de la identidad de género a través de la exploración de un joven trans que poco a poco fue encontrándose a sí mismo con la ayuda de sus padres, familiares y amigos. Maite Lanata interpretó a Juan, quien con coraje y convicción, y a pesar del desconcierto inicial de quienes lo rodeaban, luchó por la libertad y el derecho de ser quien quería ser.
Con escenas fuertes y memorables, el personaje consiguió instalarse o al menos hacer ruido en los hogares argentinos donde el tema que representaba era tabú.
En muchas familias se veía reflejada la historia de vida de Juan, funcionado como un espejo. Acaso en algunos casos arrojó luz o se convirtió en un puntapié inicial para empezar a hablar de identidad, diversidad y de aceptación.
Asimismo, en la historia escrita por Ernesto Korovsky, Silvina Frejdkes, Alejandro Quesada, también ganadores del Martín Fierro como mejores libretistas, se exploraron otras cuestiones de interés como la violencia de género, el bullying, la educación sexual integral, las diferentes formas de vinculación sexual entre las personas, la legalización del aborto y el lenguaje inclusivo.
Otra razón relevante, quizás del mismo peso de la anterior, es que 100 días para enamorarse habla de todos estos temas pero sostenidos de un hilo narrativo que cuenta la vida de dos amigas, Laura (Carla Peterson) y Antonia (Nancy Dupláa), quienes tienen un vínculo sólido y son ejemplo de sororidad. Mujeres que se animan a cuestionar sus relaciones de pareja, las formas de amar y de relacionarse.
Una producción innovadora en cuanto a las temáticas tratadas, fresca y honesta en múltiples sentidos.
De repente una ficción diaria argentina, -que venían con originalidad en descenso-, pudo hablar mucho más de su pueblo y de los temas que le interesan, que cualquier otro programa basado en la realidad o más bien en los distintos recortes de ésta pueden hacerse. Y por supuesto, con una muy aceptable calidad técnica y artística. Por eso la gente la premió siguiéndola entrega tras entrega. Si eso no merece un premio, ¿qué lo merece?